«Tamara, piensa antes de hablar» es uno de los consejos que Tamara Falcó reconoce como más valiosos de entre todos los que le ha dado su madre Isabel Preysler. «¡Otra cosa es que yo le haya hecho caso!», confiesa a VOGUE España en una entrevista que acompaña a una sesión de fotos en la que reinterpreta looks de su madre, con prendas actuales, realizada en la casa familiar.
En ella convive con su abuela Beba, además de Isabel Preysler y su pareja, el escritor Mario Vargas Llosa, Nobel de Literatura. Pese a perder a su padre el pasado mes de marzo debido al COVID-19, mira hacia el futuro de forma positiva y lo ve lleno de oportunidades; además de su jovial personalidad, en los últimos tiempos ha dado a conocer también una nueva faceta laboral y televisiva, con la que que ha sabido estar a la altura de las exigencias de un programa como Masterchef Celebrity: «Mi agente me había dicho: «Tú solamente necesitas saber limpiar un pescado, deshuesar un pollo y ya» Pero cuando llegué Vi a todos mis compañeros y pensé: «O sea, la mato». Luego me di cuenta de que en realidad lo que importa es que trabajes y lo des todo».
Hoy Tamara Falcó se debate entre sus dos grandes pasiones. Por un lado, la moda. «Siempre me ha apasionado la moda. Estudié en el Istituto Marangoni, hice mis prácticas en Inditex y fui socia fundadora de The 2nd Skin Co. Después pasé por un momento muy complicado en el que enfermé, engordé y pasaron un montón de cosas, y lanzar mi propia línea de moda tuvo un punto terapeútico. Lo que pasa es que después de la terapia… ¡hay que vender ese arte! Mi madre y mi hermano Enrique, mis dos grandes consejeros, siempre me dicen: ‘Si no da dinero, es un hobby'».
Y por otro lado, la gastronomía, y confiesa que su padre fue una gran influencia para comenzar a apreciar el mundo de la cocina desde pequeña: «Mi padre me llevaba a esos restaurantes que a mí me parecían un coñazo. Cuando eres pequeña, llevas a regañadientes esos menús degustación de 15 platos, pero es verdad que, después, eso es cultura. Yo siempre tiraba hacia la moda y mi padre me intentaba involucrar en sus negocios. No me obligaba, pero me guiaba hacia eso. Es algo bonito que me ha dejado él y que quiero continuar».
Reconoce, todavía emocionada al recordar su pérdida el pasado 20 de marzo. «No fue un momento fácil, pero es cierto que tener a mi familia conmigo ha sido una bendición. Ana Boyer, mi cuñado Fernando Verdasco y mi ‘sobri’ pasaron el confinamiento aquí y todos fueron un apoyo diferente. Ese mal rollo que te caía por todos lados, con un niño al lado tan gracioso como Miguel, se te evaporaba. Y después mi cuñado es un tenista de élite que no se deja amedrentar por ninguna situación y se viene arriba. Tenerle aquí haciendo deporte también te motiva. ¡No hemos hecho tanto deporte en la vida! Y mi hermana siempre es un gusto, me encanta tenerla cerca. Por primera vez en mucho tiempo teníamos tiempo para hacer sobremesas o ver una peli todos juntos»; también menciona a Mario Vargas como cómplice y supervisor constante de su blog de moda, en quien confiesa inspirarse en cuanto a la constante curiosidad sobre lo que desconoce: «Cuando yo escribía mi blog de moda, él me lo editaba y recuerdo que me preguntaba: «¿Pero por qué crees que esta va bien vestida y esta otra mal?’. Es un hombre que se interesa y tiene ganas de descubrir. No quiero compararme con un Nobel, porque no, pero yo me identifico con esa inquietud».
Mostrarse como es le ha hecho acercarse a un mayor público en las redes sociales: «Creo que el espectador vio que se podía identificar con el hecho de que, aunque yo no tenía ni idea de cocina, si muestras interés por algo y trabajas, puedes ganártelo. Eso fue lo que realmente tumbó barreras… ¡O al menos eso es lo que me dicen en Instagram!». Una actitud que, por otro lado, la lleva a no dejarse cohibir por las opiniones que sus declaraciones o su vida en general puedan despertar en la opinión pública. «Antes me interesaba más por lo que se decía y lo he pasado muy mal. Pero mi hermano Enrique me dijo una vez: ‘¿Tú para qué te metes a ver qué escriben sobre ti?’. Y tenía toda la razón», admite. «Una vez leí que Sarkozy no leía nada de lo que se escribía de él y me pareció buena idea», explica. «Hoy ya no busco nada. Ni por crítica. Ni tampoco por alabanza».