A veces, los planes y proyectos frustrados nos parecen mucho más atractivos que aquellos que sí que pudieron culminarse. ¿Qué hubiese sido si…?, ¿qué habría pasado si…?, ¿cómo hubiese acabado tal cosa…? Cosas de nuestra psicología averiada. En el caso del arte es muy común este fenómeno: libros que quedaron a medios, películas que no pudieron terminarse, los bocetos de una cuadro o los acordes de una canción. ¿Cómo hubiesen sido si el escritor, el cineasta o el músico hubiera podido terminar esas obras?
Nunca lo sabremos, y eso es lo que nos llama la atención y nos atrae. Lo imposible. Pero volvamos a lo nuestro: las películas de animación. Hacer una producción de este tipo es un proceso largo y muy laborioso, así como muy muy caro. La productora que está detrás de una de estas películas tiene que tener mucho dinero y mucha fe en que va a tener éxito. Estas películas de animación empezaron a hacerse, e incluso estaban bien avanzadas, cuando se decidió cancelar su producción.
2Nemo
Nada que ver con el Nemo de “Buscando a Nemo”, el simpático pez naranja que vimos en los cines. Este Nemo es el protagonista de un cómic escrito por Winsor McKay durante quince años entre la década de los años 10 y 20. A este chaval le encantaba dormir, y sus sueños eran las escenas que aparecían en dichas viñetas.
Hayao Miyazaki, uno de los genios del anime, iba a ser el encargado de llevar al cine estos dibujos. No pude ser debido a las desavenencias personales con Isao Takahata, que les llevó a abandonar a medias el proyecto. A finales de la década de los 80 se estrenó en los cines una película adaptando las viñetas de McKay, pero nada que ver con lo habría podido hacer Miyazaki.