Después de haberse convertido en uno de los personajes más buscados durante las últimas semanas, Ángela Dobrowolski ha roto su silencio. La exmujer de Josep María Mainat ha concedido una entrevista, de cinco horas de duración, al programa «El punto de mira» y, aunque nerviosa, ha defendido su inocencia en el supuesto intento de asesinato del productor catalán.
La alemana, a la que hasta ahora – y desde que estalló todo el escándalo 1 de octubre – habíamos visto siempre oculta bajo unas grandes gafas de sol y una llamativa peluca, ha comenzado su testimonio mostrando su verdadero aspecto. Y es que, como ella misma ha confesado, «este es mi gran destape», por lo que no ha dudado en quitarse tanto las gafas como la peluca bajo las que esconde su identidad, enseñándonos cómo es realmente su cara y su pelo, rubio y recogido en una simple coleta.
Ángela, que ha ido encontrándose más cómoda a medida que avanzaba la entrevista, ha asegurado – no sin cierto rintintín hacia Mainat – que «tantos años juntos se me ha pegado algo de su don televisivo» y ha confesado que «aunque los recuerdos son buenos con él, la actualidad es mala».
Nostálgica, la alemana ha recordado como llegó a Barcelona con 24 años y conoció al productor al poco tiempo, cuando hizo prácticas en una agencia de modelos a la que iban muchas personas de la televisión. Pese a que pudiésemos pensar lo contrario por la fortuna que posee Mainat, Ángela ha defendido que «no me casé por interés» y ha revelado que «nunca hubo regalos materiales espléndidos. Yo me adapté a su estilo de vida. Llevábamos una vida tranquila. Es un hombre poderoso con una mujer guapa y joven».
La exmujer del productor le ha definido como «frío, controlador, calculador, vengativo, abusivo» y tajante, ha defendido su inocencia asegurando que «no le he intentado asesinar» y ha desvelado cuándo se torcieron las cosas en su relación: «Se enteró que fui infiel. Quise salvar mi matrimonio pero en casa no mejoraron las cosas, sino que empeoraron».
Tranquila, Ángela ha explicado por qué las cámaras de seguridad de Josep María la grabaron abriendo el frigorífico en tantas ocasiones la noche en la que, supuestamente, intentó asesinar a su exmarido y por lo que será juzgada en los próximos días: «Cualquier persona que vive conmigo te dirá que 13 veces ir a la nevera es un número bajo para mí. Cuando hago el esfuerzo de quedarme en casa estoy desequilibrada y lo compenso con dulce. No hay azúcar en casa porque es diabético. Es una denuncia vergonzosa, de un marido que quiere separarse. Esa noche le inyecté cuatro dosis, dos de hormona de crecimiento, una de testosterona y otra de absenta. Cuando él se encuentra mal, le tomo el azúcar. Esa noche, dos veces antes de llamar al médico. En la primera es normal. Sigue insistiendo y el valor subió porque se tomó una coca cola. me despreocupo porque le oigo roncar. Es mi momento y me puedo relajar. La tercera medición es poco antes de llamar al médico, cuando el valor no es normal. No oigo ronquidos sino ruidos que no he oído nunca. Él está blanco, debajo de los ojos tiene círculos negros, ojos muy abiertos. Fue un shock y llamé al médico. Lo que se dijo que retrasé la llamada es absolutamente falso. Mi marido, en estado comatoso, difundió una información que le había inyectado insulina. Al despertarse del coma me pegó. También acusó de intento de asesinato a los trabajadores de la UVI. Y la denuncia es de su hijo Pol. Es algo raro».
Y, además, Ángela ha hablado de irregularidades en su detención, provocadas, según ella, por su exmarido. «En mi detención e investigación ha habido errores que yo llamo favores. Él está detrás de esto. Hay formas de hacer cosas en los límites de la legalidad. La palabra de mi marido fue suficiente para llevarme al calabozo. ¿Cómo se me puede detener si en los análisis no hay insulina?«, pregunta.
Dolida, la alemana confiesa que lo que más le importa son sus dos hijos y que «a día de hoy tengo que suplicar para hablar con ellos. No ha respetado ningún acuerdo» y desmiente que intentase asesinarlo para cobrar su herencia: «Nunca en nuestra vida en común me enseñó un papel con sus ingresos y sus gastos. Siempre era la ajena, la que vino de fuera. En su bolsillo no le mira nadie. Yo sabía que no cobraría una herencia en caso de divorcio, pero sabía que me podía divorciar. Tuve un contrato muy bueno que me aseguraba».
Ángela, que durante la entrevista ha confesado varias infidelidades a Mainat, asegura que su distanciamiento matrimonial comenzó cuando el productor se hizo mayor y empezaron los achaques propios de la edad. «Cuando empiezan sus problemas de audición se rompe la comunicación. Era distante, frío y empezó el abuso psicológica y emocionalmente y físico. Humillaciones públicas, conocí a una persona que no había conocido. Mi infidelidad ha cambiado muchas cosas, pero no era causa de nuestro problema, sino consecuencia», mantiene.
Con el foulard azul puesto que su marido llevó el día de su boda – ha asegurado que si se lo pide se lo devuelve – Ángela sostiene que «me dejó de un día para otro sin medios económicos, en la calle, me quitó mis hijos y me metió en la cárcel». Por lo que ahora, aunque confiesa que «aquí estoy resistiendo», la alemana algo tiene claro: «No estoy enamorada de él. Yo luché duro por el recuerdo. Hoy en día si volviera por la familia sería imposible, lo que ha pasado no es perdonable».
Y para concluir una entrevista en la que la acusada ha mostrado su versión y ha dado la cara por primera vez, una cómoda Ángela no ha dudado en mandar un claro mensaje a Josep María Mainat que, por lo que parece, también es una declaración de intenciones: «Tantos años juntos se me ha pegado algo de tu don televisivo». ¿Estamos ante el nacimiento de una estrella de la televisión?