Cómo sobrevivir a las deudas sin que estas te maten

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¿Quién no ha conocido alguna vez esa angustia de estar en deuda con alguien?, ¿de deber dinero y no saber cuándo vas a poder devolverlo? Es ciertamente una situación incómoda y agobiante, que lastra la vida del deudor y le reconcome por dentro. Hasta que no pagas, no estás tranquilo. Claro que no es lo mismo deberle dinero al banco que a un amigo, pero las cuestiones de dinero son siempre escabrosas. Un reciente estudio de varios economistas de la Universidad de Colorado explora las relaciones entre la deudas y la mortalidad.

Las conclusiones son claras: estar endeudado es un factor de riesgo para la salud al mismo nivel que la falta de ejercicio físico o el abuso de bebidas alcohólicas. Si quieres llevar una vida buena y larga, ironizan los autores, es recomendable “hacer ejercicio regularmente, cuidar tu dieta y pagar tus deudas”. Según los datos de los que disponen, las personas que deben menos dinero tienen menos posibilidades de morir jóvenes. 

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La deuda, ¿una cuestión moral?

deuda

La crisis económica que arrancó en 2008 fue muy especialmente una crisis de deuda. Sin acabar de comprenderlo del todo, todos asumíamos que los estados, las empresas y las familias debían demasiado dinero a los bancos y por eso quebró el sistema. La solución para volver a la normalidad, se daba por sentado, era restituir esas deudas.

Precisamente en los años de la crisis el antropólogo estadounidense David Graeber, recientemente fallecido, publicó el libro “En deuda. Una historia alternativa de la economía”. Allí Graeber examinaba nuestra concepción de la deuda y del dinero. Según este estudioso, la nuestra es la única cultura a lo largo de la historia de la humanidad en la que pagar las deudas es una obligación moral inaplazable.

Otras culturas y otras religiones veían la cosa de forma diferente. Cada cierto tiempo, todas las deudas de la sociedad quedaban canceladas para que las familias pudiesen vivir en paz y sin ahogos financieros. Las deudas no se heredaban de padres a hijos, como ahora sí pasa. Nuestra sociedad y nuestra cultura es permisiva en otros muchos aspectos, pero inflexible en lo que se refiere a las deudas.