La tarta de queso es sin duda uno de los postres más clásicos de nuestra gastronomía, de hecho no hay solo una tarta de queso sino muchas y a cada cocinero le gusta darle su toque personal.
Las hay que se elaboran en el horno, pero otras como las que os traemos hoy ni siquiera tienen que dar este paso, son refrigeradas y se caracterizan por ser tartas muy ligeras.
Lo único que está claro es que el ingrediente principal tiene que ser el queso. Pero evidentemente hay muchas clases de quesos, así que podemos elaborar nuestras tartas con requesón, queso quark, queso crema, azul, ricota, Idiazábal, Gruyere, etc. Imaginaos la cantidad de sabores diferentes que solo con este ingrediente base podemos obtener de la tarta de queso.
1El origen de la tarta de queso
La historia de la gastronomía es apasionante, sobre todo, cuando nos detenemos a analizar como muchas de las comidas y preparaciones que tomamos hoy en día son muy similares a las que tomaban nuestros antepasados griegos y romanos. Es el caso de la tarta de queso, cuyo origen se sitúa en la Grecia del 776 a.C. como uno de los manjares que tomaban los atletas que participaban en los juegos olímpicos.
Durante la Edad Media se documenta el consumo de la tarta de queso en alguna de sus variantes prácticamente en toda Europa. En España destaca la quesada pasiega típica de Cantabria. Y desde aquí se llevaría al Nuevo Mundo, adquiriendo especial importancia en la gastronomía de los Estados Unidos.