El Roland Garros acabó como la mayoría pensaba y como la lógica dictaba: con Rafael Nadal levantando por decimotercera vez el trofeo de este certamen al cielo parisino. La cátedra que dictó el español en la Philippe Chatrier seguramente sea materia de estudio dentro de unos años, por la majestuosidad de su gesta. Sin embargo, a pesar de que el mallorquín fue protagonista principal de principio a fin durante el torneo; y que se levantó como tal vez el mejor deportista español de todos los tiempos, su leyenda no fue la única en gestarse.
París vivió dos semanas impactantes en las que el balear acabó con todos los honores, pero también algunos cuantos salieron bien parados de un torneo duro, en el que poco tiempo hubo para respirar; también para otros fue la confirmación de que van por muy buen camino y deben seguir en la misma estela; y a algunos más los deja con serias dudas de cara a un futuro en el que deben mejorar si no quieren quedarse atrás.
5Una lucha que Nadal le ganó a las adversidades
La conclusión más aplastante que se puede sacar de este Roland Garros es que desafiar las habilidades y calidad de Nadal raya casi en la insensatez. Antes de comenzar el torneo se habló de que sería el más duro que afrontaría el español, algo que en la lógica era muy real; porque venir sin casi juegos verdaderos encima, después de más de seis meses de estar parado, era una total incógnita. Además, a ese panorama había agregarle que varias cosas cambiarían, debido a que celebrar el torneo en septiembre-octubre implicaba un clima frío y eso haría la pista mucho más difícil de recorrer. También ese ambiente aumentaría el volumen de las pelotas, lo cual lo haría más pesadas y eso dificultaría el juego con efecto y precisión con el suele jugar el balear en estas canchas; eso sin contar que las nuevas bolas marca Wilson ya eran más grandes y pesadas.
A eso también se le agregó el hecho de jugar bajo techo y hasta en horas nocturnas, que también tiene una incidencia negativa al estilo de jugar de Nadal. Todo hacía presagiar lo peor; no obstante, el mallorquín no entiende de lógicas, de bolas, de pistas pesadas o de climas fríos. Lo único que sabe es ganar. Con esa idea salió en cada uno de sus duelos y así se llevó nuevamente el Grand Slam que más ama y disfruta. Su soberbia actuación demostró que hasta en las peores adversidades, si se trata de jugar sobre arcilla, no hay nadie sobre la faz de la Tierra que supere a Rafael Nadal Parera.