En el deporte español hay muchos que han representado al país de forma tan espectacular en sus respectivas disciplinas, que trascienden cualquier opinión y son considerados a entrar en el Olimpo de los más grandes. Deportistas de élite como Andrés Iniesta, Pau Gasol, Miguel Induráin, Iker Casillas, Severiano Ballesteros o Ángel Nieto han puesto el nombre de España en lo más alto, pero definitivamente hay uno que los supera a todos y se coloca en la cima como el mejor español de todos los tiempos por todo lo que ha conseguido; ese no es otro que Rafael Nadal Parera.
El balear ha marcado un antes y un después dentro del tenis, tanto así que sus actuaciones se hacen noticia en todo el mundo. Su forma tan imponente de jugar, su estilo incansable, ese empuje de nunca rendirse y una carrera intachable lo ponen como un verdadero ejemplo a seguir. Sin embargo, la magia que ha creado en torno a su figura trasciende cualquier disciplina, por lo que el dominio abrumador que tiene en el tenis es su mejor carta de presentación para ser catalogado como el mejor deportista español de la historia; un hecho que se confirma con su Roland Garros número 13, que obtuvo al derrotar a Novak Djokovic.
1Un partidazo de ensueño de Nadal
Frente a Djokovic, el español buscaba entrar en la historia por todo lo alto, pero no es que Nadal abrió la puerta tranquilamente y entró, lo que hizo fue tumbarla de una patada o mejor, de un raquetazo. El serbio aún se debe preguntar que fue lo qué le pasó por encima; porque en la Philippe Chatrier, el de Mallorca lo arrolló sin ningún tipo de piedad. Con un contundente 6-0, 6-2 y 7-5, el isleño demostró la razón de porqué este es su torneo favorito y es que lo controla como nadie.
Durante el primer set batallaron incansablemente durante 46 minutos y aunque Nadal lo ganó de forma limpia, este no fue nada fácil. Djokovic peleó cada punto, pero no pudo descifrar la forma de romper la defensa impecable del balear y tampoco tuvo una respuesta certera para esa derecha cruzada que hizo tantos estragos. Aturdido y cediendo algunas pelotas fáciles, acabó perdiendo el parcial. En en el segundo capitulo la historia no cambió mucho, salvo que de Belgrado pudo conseguir dos puntos con su saque, pero en las otras dos oportunidades que sirvió terminó perdiéndolos al no poder sobrepasar la vitalidad y fuerza del español.
Ya en el tercer set, por fin Djokovic consiguió emparejar las acciones; tanto así que pudo recuperar uno de los quiebres que Nadal le hizo para igualar el parcial 3-3. No obstante, a la hora de la verdad, los errores y ese empecinamiento casi obsesivo por ganar del balear, le acabaron costando la victoria. Su buen primer servicio, la derecha cruzada intratable y una que otra jugada mágica, se hicieron presentes para formar una victoria histórica que demostró que Roland Garros es definitivamente especial para él.