La cantidad de tareas que una persona puede hacer de forma simultánea en el navegador crece cada día, generando una preocupación por impacto que esto tiene en el uso de los recursos del navegador.
Aunque no le demos importancia, la forma en que usamos los navegadores puede ser bastante intensa. Consultamos el correo, mientras en otra pestaña tenemos abierta una tienda ‘online’ para hacernos con el último libro o disco de nuestro escritor o grupo favorito, y puede que una tercera -y una cuarta, y una quinta…- para ver las actualizaciones de nuestros contactos en redes sociales, y puede que incluso estemos jugando en otra pestaña.
En este uso del navegador, como usuarios solo vemos lo que queremos buscar o lo que estamos haciendo en ese momento, pero cada pestaña que abrimos tiene, a su vez, un gran número de elementos que se ejecutan de forma simultánea, y que incluyen música de fondo, imágenes o publicidad. Y sin darle importancia, todo se carga con fluidez, sin importar si tenemos una pestaña o cinco abiertas.
Para soportar todas las tareas que demanda el usuario, los navegadores modernos emplean lo que se llama la arquitectura multiproceso. Es el caso de Edge, de Microsoft, pero también Google Chrome o Mozilla Firefox.
Esta arquitectura permite que el navegador «se divida en diferentes procesos» que trabajan de forma conjunta para que la experiencia con el navegador no se cuelgue y sea fluida, como indican desde Microsoft. En el caso de Edge, se trata de procesos de navegador, de renderizado del código de la web, de GPU para los elementos gráficos, de Utilería, de extensiones y complementos, y de controlador de fallos.
Abrir una pestaña y tener activas dos extensiones en Edge puede suponer la ejecución de hasta nueve procesos. Si se abren más pestañas, por ejemplo, cuatro -cada una con un anuncio-, y se mantienen dos extensiones, el número de procesos puede ascender a 14.
Cada pestaña abierta ejecuta su propio proceso de renderizado del código de la página que abre, a lo que se une el proceso de ejecución de los distintos elementos que contienen, así como de las extensiones abiertas y de la monitorización para que no haya errores.
Para visualizar mejor esto, Windows tiene una herramienta, el Administrador de Tareas, que ofrece una vista de los distintos recursos que están siendo utilizados por el sistema y por los navegadores que el usuario tenga en uso ese momento.
La arquitectura multiproceso mejora la fiablidad del navegador, ya que si ocurre un fallo en una página web o una aplicación, solo afectará al proceso que experimenta dicho fallo, mientas que el resto del navegador y de las pestañas permanecen estables.
Asimismo, supone mejoras en la seguridad, ya que si un proceso presenta una vulnerabilidad y un ‘malware’ se aprovecha de ello, será difícil que afecte a otros procesos ya que la comunidad con el navegador está protegida, lo que se refuerza con el ‘aislamiento de proceso’, que impide que un proceso acceda a la memoria de otro, como explican desde la compañía.