«Emily in Paris» está causando revuelos y siendo la sensación de las redes sociales en los últimos días, y es que esta ficción creada por Darren Star («Sexo en Nueva York») y estrenada hace unos días en Netflix, está sujeta a ser comentada, y con mucha razón. La serie nos presenta a Emily (Lilly Collins), una millenial estadounidense que es contratada en la capital francesa por una agencia de marketing que desborda lujo. Ella será la encargada de la gestión de las redes sociales, siendo “el punto de vista americano” de la empresa.
Emily se encontrará de repente viviendo en la ciudad perfecta para ella. Sin embargo, su vida no estará desprovista de dramatismo, ya que tendrá diversos choques culturales, que le harán plantearse si tomó la decisión correcta. El idioma, una jefa bastante dura y el hecho de tener que hacer amigos desde 0, cuando has dejado todo atrás.
Y es que, mudarse a la otra punta del mundo tú sola, no es fácil. Por su puesto, no podemos olvidarnos del “amour”, al fin y al cabo, París, siempre ha sido representada como uno de los escenarios más emblemáticos para el amor y el sexo, y por su puesto eso no ha podido faltar en una serie llena de estereotipos, que comentaremos a continuación.
6El lujo y la moda en «Emily in Paris»
Este es uno de los elementos clave de la serie, ya que vemos claras reminiscencias a «Sexo en Nueva York», pero desde una perspectiva nada actualizada, por lo que es lógico que no haya sido del agrado de muchos. Por otra parte, volvemos a ver ese cliché de la joven que llega a una gran ciudad a vivir una vida llena de lujo (democratizando el concepto de lujo, cuando casi nadie puede tener acceso a este) y una fabulosa vida social acompañada de outfits envidiables.
Parece ser que esto último no es el caso de «Emily in Paris«, cuyos diseños quedan muy atrás de las tendencias actuales y sobre todo, de una representación real de una joven extranjera en una nueva ciudad. La noticia de que la encargada de vestuario sería Patricia Field, la misma que vistió a Sarah Jessica Parker en «Sexo en Nueva York», motivó a los fans de esta icónica serie, pero los resultados no han sido los esperados, ya que usar la misma fórmula para crear a Carrie Bradshaw no tiene razón de ser, si se trata de una serie dirigida a la generación Z.
Sin embargo podemos rescatar algunos puntos positivos, en los que se hace mención a ese elitismo en la moda, cuando el diseñador de la firma de lujo en la serie llama Emily «básica», por su forma de ser y vestirse. Ahí es cuando Emily reivindica ese derecho a ser «básica», ya que gracias a chicas como ella es que la industria de la moda se sostiene, dejando ver que el concepto de «sostificación» o «elegancia» es un invento.