«Emily in Paris» está causando revuelos y siendo la sensación de las redes sociales en los últimos días, y es que esta ficción creada por Darren Star («Sexo en Nueva York») y estrenada hace unos días en Netflix, está sujeta a ser comentada, y con mucha razón. La serie nos presenta a Emily (Lilly Collins), una millenial estadounidense que es contratada en la capital francesa por una agencia de marketing que desborda lujo. Ella será la encargada de la gestión de las redes sociales, siendo “el punto de vista americano” de la empresa.
Emily se encontrará de repente viviendo en la ciudad perfecta para ella. Sin embargo, su vida no estará desprovista de dramatismo, ya que tendrá diversos choques culturales, que le harán plantearse si tomó la decisión correcta. El idioma, una jefa bastante dura y el hecho de tener que hacer amigos desde 0, cuando has dejado todo atrás.
Y es que, mudarse a la otra punta del mundo tú sola, no es fácil. Por su puesto, no podemos olvidarnos del “amour”, al fin y al cabo, París, siempre ha sido representada como uno de los escenarios más emblemáticos para el amor y el sexo, y por su puesto eso no ha podido faltar en una serie llena de estereotipos, que comentaremos a continuación.
3El amor y el sexo en «Emily in Paris»
Uno de los estereotipos más explotados en la serie es la representación de los franceses como personas cargadas de deseo sexual y ansias por mantener relaciones amorosas. Creo que todos estamos de acuerdo de que se trata de un cliché relacionado más bien con el deseo por parte de algunos de vivir en un mundo donde la tensión sexual prime, antes de mostrar maneras de relacionarse más sanas.
Así pues, la serie mantiene este discurso en el que los parisinos son personas apasionadas e infieles que no pueden controlar sus impulsos. Se trata de una idea bastante tóxica, ya que no permite ver más allá de relaciones motivadas por unos intereses muy concretos. La representación de los hombres, es también un tanto problemática, pues tenemos personajes como el de Luc, cuyo tema de conversación principal es este, o a Antoine, un hombre rico y «seductor» que ve a las mujeres como un objeto de deseo o a seres infantilizados a las que complacer con «caprichos».
No sé hasta que punto quieren representar a este personaje de esta forma o intentan redimirlo de su machismo en algún punto. Hay una escena en la que Emily intenta formar un discurso feminista al respecto y señala el sexismo del anuncio de este magnate del perfume. Antoine contando con el apoyo de Sylvie intenta darle la vuelta al discurso. Ambos quieren justificar que una mujer camine desnuda por el Puente Alexandre III rodeándola de hombres mirándola, es debido a que las mujeres desean ese tipo de objetificación y representación.
No estoy muy segura si los guionistas pretendían mostrar diversas perspectivas o simplemente justificar esta imagen de los franceses como personas retrógradas o con ideas supuestamente «contrarias» a los estadounidenses, algo que no tiene ningún sentido. Y es que Antoine, es un personaje recurrente en el que sus dotes de «seductor» no fascinan a Emily, sino que la incomodan. Sin embargo, intenta mostrarlo como una persona que el fondo no tiene interés en ella de forma sexual y que se preocupa por la vida profesional y personal de la «americana», consiguiendo que el espectador sienta cierta simpatía por él.