Es salir a comer fuera y sentir una irresistible necesidad de comer comida basura. No estás solo, le pasa a todo el mundo. También sueles tener la sensación de que comer este tipo de basura es cometer un pecado, eso es por la educación que nos han dado de pequeños y que se nos interioriza durante el resto de nuestros días. Pero es que la comida basura, a pesar de ser poco nutritiva e incluso perjudicial, está muy rica.
Según algunos estudios científicos, incluso estamos relacionándonos con hamburguesas, pizzas y perritos desde que estamos en el vientre de nuestra madre. Así que cuando pensemos en esa obsesión por esta comida de baja calidad, vamos a rememorarnos a la infancia, a nuestros recuerdos y a todas las sensaciones que sentimos al entrar en el restaurante, oler los aromas. Lo que sentimos cuando le damos un bocado a ese trozo de comida que tiene las mismas calorías que le cuerpo humano necesita durante todo un día.
6El azúcar es la gasolina del cerebro
Se ha demostrado que el calor es un factor muy importante para que la comida nos atraiga. Sin embargo, hay muchos otros alimentos de dudosa calidad que nos encantan. Ya sean refrescos, chocolates o golosinas. Y estos no están calientes.
Una investigadora de la Universidad de Florida ha afirmado que la glucosa es el combustible de nuestro cerebro. Y el cerebro, a lo largo de la evolución nos ha engañado para creer que nos gusta lo dulce tan solo para alimentarle.
Esto puede pasarnos incluso antes de nacer. Según la investigación de un pediatra durante el siglo pasado. Este doctor inyectó sacarina en el líquido amniótico. Demostró que el feto había sentido placer al degustar la bebida dulce.