Es salir a comer fuera y sentir una irresistible necesidad de comer comida basura. No estás solo, le pasa a todo el mundo. También sueles tener la sensación de que comer este tipo de basura es cometer un pecado, eso es por la educación que nos han dado de pequeños y que se nos interioriza durante el resto de nuestros días. Pero es que la comida basura, a pesar de ser poco nutritiva e incluso perjudicial, está muy rica.
Según algunos estudios científicos, incluso estamos relacionándonos con hamburguesas, pizzas y perritos desde que estamos en el vientre de nuestra madre. Así que cuando pensemos en esa obsesión por esta comida de baja calidad, vamos a rememorarnos a la infancia, a nuestros recuerdos y a todas las sensaciones que sentimos al entrar en el restaurante, oler los aromas. Lo que sentimos cuando le damos un bocado a ese trozo de comida que tiene las mismas calorías que le cuerpo humano necesita durante todo un día.
5Los olores también importan en la comida basura
Y qué va a ser la comida basura sin los aromas. La textura de un gran bocado, la explosión de sabor en nuestra boca, etcétera… Esto nos invita a pecar, pero sin la ayuda de nuestra naricilla, no comeríamos tantos alimentos de estos.
Y es que los restaurantes saben que el olor y el aroma incitan a nuestro sistema digestivo a activarse y tener hambre. Sin olfato, el gusto no funcionaría, ya que la nariz juega un papel muy importante a la hora de degustar los alimentos.
De hecho, las hamburguesas y las pizzas nos apetecen más cuando están calientes que cuando se enfrían. Esto es porque a medida que pierden calor, van perdiendo partículas volátiles que en forma de olor nos estimulan.