Hay lugares que, inexplicablemente nos dan esa sensación. La de que no puede ser cierto, que tiene que ser mentira lo que estamos viendo: demasiado bello, demasiado raro, demasiado inesperado. Lugares mágicos, al fin y al cabo, que no sabemos muy bien dónde ubicar. Hay cientos de ellos, tal vez miles, repartidos a lo largo y ancho del mundo. Ojalá poder conocerlos todos.
El tema da para mucho. En el año 2013, el periodista y editor Sergio Parra (Barcelona, 1978), publicó el libro “300 lugares de verdad que parecen de mentira”. Un extrañísimo viaje por el globo recabando en esos enclaves que se nos antojan como una fantasía.
“Así que bienvenido a las topologías del ensueño, en las que perseguiremos geodesias míticas (…), como trashumantes espirituales adictos al jet lag, cruzando husos horarios como se cruzan planos dimensionales, enredando las coordenadas y abcisas y rompiendo la brújula, el sextante y el compás, dispuestos a que un tipo raro, en algún lugar remoto o a la vuelta de la esquina, nos salude: Namasté.”, escribe Parra en la introducción. Estos son algunos de esos lugares, y otros que hemos encontrado.
6Lago Retba (Senegal)
El Lago Retba, más conocido como el lago rosa, es uno de los principales atractivos de Senegal debido a su color. A 40 kilómetros al norte de Dakar, se encuentra este paraje rosado entre dunas, palmeras y baobabs. Su color se debe a los minerales que contiene el lago, y la intensidad varía según el momento del día.
El lago constituye la fuente de ingresos de muchas familias senegalesas a través de la cosecha de sal, que representa todo un espectáculo para los visitantes.
Los trabajadores se cubren la piel con manteca de karité para protegerse de la salinidad de las aguas y cargan piraguas de sal que luego descargan en los bordes del lago para que se seque.