Estas son las consecuencias a largo plazo del covid-19

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Apenas llevamos poco más de medio año “conviviendo” con el coronavirus. Los científicos se desviven por descifrar el covid-19: sus mecanismos de transmisión, los daños que causa en el organismo y su posible cura. No es tarea fácil, pero poco a poco vamos avanzando en el camino gracias a la ciencia. Uno de los asuntos más preocupantes por aclarar son las consecuencias a largo plazo que pueda tener el coronavirus en los pacientes.

Conocemos bien los síntomas inmediatos: la fiebre, tos seca, posible pérdida de olfato y gusto…Los síntomas de covid-19, empezamos a saber ahora, a veces pueden persistir durante meses. El virus puede dañar los pulmones, el corazón y el cerebro, lo que aumenta el riesgo de problemas de salud a largo plazo. Esto es lo que se sabe hasta la fecha sobre las repercusiones a largo plazo en nuestra salud.

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Consecuencias neurológicas

covid19

De todos los daños a largo plazo, son los que afectan al cerebro y al sistema nervioso los más preocupantes. Así lo consignan los datos de una investigación recientemente publicada en Annals of Clinical and Translational Neurology. Este estudio, realizado a 509 pacientes de coronavirus de Chicago desde la primavera pasada, afirma que el 82% manifestaba al menos una consecuencia neurológica.

El 38 % presentaba dolores de cabeza y el 45 % dolores musculares. Casi un tercio desarrolló encefalopatías o «estados mentales alterados». El 16 % perdió el sentido del gusto, el 11 % perdió el sentido del olfato y alrededor del 30 % experimentó mareos.

Según el estudio, el grupo de pacientes jóvenes era más proclive a mostrar consecuencias neurológicas. Estas neuropatías no solo prevalecen en pacientes que están actualmente infectados, sino también en aquellos que se están recuperando del virus. En algunos casos, es difícil determinar si es el virus o el tratamiento lo que produce estas consecuencias neurológicas.

En las pandemias anteriores del SARS y del MERS también se observaron secuelas neuropsiquiátricas que podrían durar meses en pacientes recuperados, lo que puede amenazar gravemente la salud cognitiva, el bienestar general y el estado funcional cotidiano, concluye la revisión de investigaciones.