El Covid-19, del que ahora estamos atravesando una segunda oleada que sitúa a España como uno de los peores países a nivel europeo en el control de la pandemia, ha supuesto un enorme seísmo para el tejido empresarial.
Muchas empresas, por no decir todas, se han visto afectadas en mayor o menor medida por esta situación y en la actualidad buscan el modo de preservar su actividad en un entorno volátil. No hay prácticamente ningún sector libre de enfrentarse a retos específicos en función del impacto recibido.
En esta coyuntura, muchas empresas están apostando por centrarse en la innovación, la prestación de servicios con mayor grado de atención a los clientes y la transmisión de confianza hacia los consumidores. Estos tres puntos se consolidan como pilares fundamentales para iniciar una recuperación acelerada del propio tejido empresarial y con ello de la economía nacional.
Los ERTE, la salvaguarda para miles de empresas
La pandemia ha obligado a todos los gobiernos a movilizar cantidades ingentes de dinero que están sirviendo para reducir el impacto de la crisis. En España, la principal herramienta de la que disponen las empresas son los ERTE, a los que se han acogido innumerables empresas y que se han extendido hasta finales de este presente 2020.
A diferencia de las medidas sanitarias o en educación, en materia laboral y económica sí ha existido un consenso y una filosofía de apoyo mutuo entre las administraciones y los agentes sociales. El Ministerio de Trabajo, los sindicatos y las asociaciones empresariales han llegado a varios acuerdos de relevancia para, entre otras cosas, habilitar el teletrabajo, extender los ERTE y aprobar ayudas específicas a distintos sectores de actividad.
¿Cómo ha impactado el Covid-19 al tejido empresarial español?
En las últimas semanas se están publicando muchos estudios que tienen como objetivo analizar el comportamiento del tejido empresarial ante la pandemia del coronavirus. Uno de ellos, el ejecutado por la empresa de empleo Randstad, determina que casi la mitad de las empresas españolas ha conseguido mantener su actividad durante la crisis, aunque eso sí, a costa de aplicar medidas de reestructuración e impulsando el teletrabajo. El estudio habla de un 43% de las empresas encuestadas.
Un 26% de las organizaciones sí se ha planteado una paralización total de la actividad, al menos de manera temporal. Este dato sí es muy negativo. También lo es el hecho de que un 22% de ellas estén estudiando una reducción de la actividad.
El informe de Randstad Research aporta otro dato interesante, y es que casi el 73% de las empresas necesitan contar con ayudas fiscales por parte del Gobierno para afrontar la situación actual de crisis originada por el coronavirus.
Muchas compañías demandan por parte de las administraciones el aplazamiento de cargas fiscales y cotizaciones, provisión de ayudas económicas directas y la flexibilización laboral como medidas acertadas para recuperar el músculo en el tejido empresarial.
La innovación como llave de la recuperación económica
La innovación supone, a juicio de muchos empresarios, la llave para iniciar una recuperación económica que sea estable y potente. Rafael Fuertes, director general de El Pozo, sostiene que hay que trabajar en I+D en el medio y largo plazo.
A su vez, desde las administraciones y los agentes sociales insisten en la necesidad de seguir llegando a acuerdos para favorecer una relación conjunta que tenga como resultado final una recuperación más próxima en el tiempo. Para ello, las empresas acogidas a ERTE y ayudas fiscales deben mantenerse al día de las regulaciones a nivel legal, sus obligaciones fiscales y todos los procesos relacionados con la creación de nuevas compañías.
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España se encuentra en un momento de mucha incertidumbre como país, y la economía es uno de los principales pilares para la sociedad. La calidad de España como país en su conjunto va a estar muy determinada por la propia capacidad de sus empresas para salir adelante.
En este objetivo de recuperación han de trabajar de manera conjunta las propias empresas, los agentes sociales, las administraciones públicas y la propia población, que al final es la que actúa como consumidora.