Durante la pandemia, se ha aconsejado protegerse de la infección por el virus del SARS-CoV-2 que causa el COVID-19 mediante la mascarilla, el distanciamiento físico y el frecuente lavado de manos. En la edición del 17 de septiembre de la revista ‘JAMA Ophthalmology’, un equipo de investigación en China sugierió que una cuarta medida defensiva también podría ser útil: la protección de los ojos.
Sin embargo, según un experto en enfermedades infecciosas de la Universidad Johns Hopkins Medicine (Estados Unidos), esos hallazgos aún no significan que todo el mundo deba ponerse un par de gafas como Clark Kent para mejorar sus «superpoderes» ante una posible infección del coronavirus.
En su documento, el doctor Weibiao Zeng, del Segundo Hospital Afiliado de la Universidad de Nanchang (China) e investigadores de otras tres instituciones médicas chinas describen un estudio retrospectivo de 276 personas de la provincia china de Hubei que dieron positivo al comienzo de la pandemia. Los investigadores descubrieron que la proporción de pacientes que utilizaban gafas durante más de ocho horas al día era significativamente menor que en la población general.
A partir de estos datos, los investigadores afirman que el uso de gafas durante más de un tercio del día puede proporcionar cierta protección contra la infección por SARS-CoV-2, y que las gafas pueden actuar como una barrera parcial para ayudar a evitar que las personas se toquen los ojos.
«Los hallazgos, aunque intrigantes, no deben ser considerados como prueba concluyente de que el público en general debería comenzar a usar protectores faciales, gafas u otro equipo de protección personal ocular, junto con el uso de mascarilla y no tocarse los ojos, para obtener alguna protección sustancial contra la infección del SARS-CoV-2», explica Lisa Maragakis, directora principal de prevención de infecciones en el Sistema de Salud de Johns Hopkins, profesora asociada de medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins y autora de un comentario sobre el estudio que aparece en el mismo número de ‘JAMA Ophthalmology¡.
Maragakis dice que hay varias razones para la cautela. «El estudio analiza un momento muy temprano en la pandemia, antes de que el uso universal de la mascarilla y el distanciamiento físico se convirtieran en prácticas comunes de prevención. Puede haber variables de confusión o una explicación alternativa para el aparente efecto protector de las gafas, y los datos sobre la población general, contra la que se comparan los hábitos de uso de gafas de los pacientes del estudio, se recogieron hace años en una región diferente de China», explica.
Sin embargo, Maragakis apunta que realizar más estudios utilizando datos tanto de personas que previamente tuvieron COVID-19 como de pacientes recientemente diagnosticados con la enfermedad serían valiosos para confirmar los hallazgos del estudio y para definir mejor cualquier beneficio para el público en general al agregar la protección ocular como una práctica defensiva.