Hay que reconocer que, si no lo hacemos así, es por pereza. ¿Cómo se despiezará?, ¿me llevará mucho trabajo? Eso y la inercia. Al final, entonces, nos compramos los pollos ya trozeados, en muslos o como sea, y acabamos gastando más dinero del que deberíamos. Y es hora de cambiar esa costumbre.
Supongo que en más de una ocasión os ha llamado la atención en el supermercado que una bandeja con un par de pechugas de pollo cuesta lo mismo, o a veces incluso más, que un pollo entero viniendo ambos de la misma granja. Y pese a todo picamos. Incluso si somos pocos en casa, podemos ahorrar comprando un pollo entero, consumiendo lo que vayamos a necesitar y congelando el resto para futuras preparaciones. Toma nota.
5A cortar
El primer paso es cortar la piel que une el muslo con la carcasa. Esto nos permitirá dislocar fácilmente los huesos de los contramuslos y separarlos del resto de la pieza. Se puede utilizar el muslo entero o bien partirlo por la mitad, cortando en la zona de la articulación para obtener los llamados muslitos de pollo o jamoncitos.
Repetiremos el mismo procedimiento para extraer las alas: abrimos la articulación, separamos la articulación y cortamos. De igual modo, podrás trocearlas en dos partes o conservarlas enteras.
Es ahora el momento de ir a por las pechugas. Primero quitaremos la piel con la ayuda del cuchillo. El siguiente paso es realizar un corte longitudinal para separar cada una de las pechugas del hueso central. Puedes trocear las pechugas para hacer un buen guiso o un arroz o bien filetearlas para freírlas o empanarlas.