Errores que cometes cuando te lavas la cara

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Lavarse la cara parece el paso más sencillo en una rutina de cuidado de la piel. Es algo que todos llevamos haciendo toda la vida, desde bien pequeños. El problema es que si no lo haces bien, puedes estar causando más daño que bien, y eso puede resultar en algunos problemas bastante significativos, como sequedad, irritación y flacidez prematura y arrugas.

La piel del rostro es distinta a la del resto del cuerpo y tiene necesidades específicas, así no lo parezca a simple vista. Por ello, no es correcto pretender brindarle los mismos cuidados. De hacerlo así, solo se consigue alterarla. 

La forma y los productos que utilizamos para limpiarla no deberían ser triviales si queremos prevenir el envejecimiento o la deshidratación de la piel, así que limitarse a los clásicos agua y jabón es hacerse un flaco favor a uno mismo.

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Te secas con una toalla de ducha

No sirve de nada limpiarse religiosamente la cara si luego la secamos con una toalla plagada de gérmenes. Aunque todo tu cuerpo esté recién limpio, no quieres transferir las bacterias de tu cuerpo a tu cara. Y es que diferentes microorganismos viven en diferentes áreas del cuerpo.

En su lugar, ten siempre una toalla apartada para secarte la cara, y utilízala solo tú. O aún mejor, utiliza tissues de papel de usar y tirar. Según los expertos, es imprescindible cambiar de toalla cada dos días y tener una exclusiva para la cara.

A la hora de secarse, además, es importante hacerlo con delicadeza. Secándote con cualquier paño (de tela, papel, etc.) con fuerza puedes estar lastimando la piel y haciéndola más propensa a la irritación y otros problemas. Trata de secarte con toquecitos suaves sobre la cara.