La edad a la que falleció el infante Don Pedro, hijo del rey Enrique II de Castilla, es inferior a la que se le atribuye en algunos textos históricos, entre los 10 y 12 años, y pudo morir entorno al año de vida, según desvela la investigación llevada a cabo por el área de Antropología de la Universidad de Granada (UGR) y el servicio de Radiodiagnóstico del Hospital Universitario Clínico San Cecilio tras el encargo realizado por la Catedral de Segovia.
La investigación ha sido dirigida por el catedrático de la UGR José Antonio Lorente Acosta y se ha presentado este viernes en la capital segoviana donde se ha explicado que la edad del Infante a su fallecimiento era «considerablemente menor» a la que se le atribuía en algunos textos históricos, que se fijaba entre los 10 y 12 años.
Así, tras las labores de investigación, se ha descubierto que los tres restos óseos hallados el pasado mes de noviembre gracias a unos trabajos de restauración en el sepulcro, se encuentran en mal estado de conservación y corresponden a fragmentos de los fémures izquierdo y derecho y de la tibia derecha.
Igualmente, atendiendo a su tamaño, los equipos de Antropología de la UGR y de Radiodiagnóstico del hospital granadino han concluido que pertenecen a un menor de alrededor de 1 año o de 6 meses de edad, aunque no se ha podido determinar el género.
Las alteraciones observadas sugieren la existencia de una enfermedad metabólica que afectase el crecimiento, compatible con el raquitismo. Según los investigadores, precisamente esta alteración metabólica habría podido influir en el crecimiento del menor, subestimando su edad entre 6 a 8 meses.
No obstante, el jefe de servicio de Radiodignóstico del Hospital Clínico San Cecilio, José Luis Martín Rodríguez, ha aseverado que no se puede «tener certeza sobre la presencia del raquitismo», una enfermedad caracterizada por el déficit de vitamina D, pero la morfoestructura anormal de los huesos observada mediante el estudio radiológico por tomografía computerizada «muestra la presencia de un proceso metabólico que concuerda con dicha enfermedad».
Por su parte, el catedrático José Antonio Lorente ha destacado que «este estudio se ha hecho desinteresadamente» por parte de la Universidad de Granada, y también por parte del Hospital Clínico San Cecilio, y ha precisado que se realizarán estudios de ADN para poder tener información genética del Infante don Pedro y que conste como material de referencia para futuras investigaciones que pudiesen realizarse sobre otros personajes coetáneos en las familias reales españolas.
Hasta la fecha, se creía que el infante Don Pedro falleció de manera trágica el 22 de julio de 1366, tras precipitarse al vacío desde una de las ventanas del Alcázar de Segovia mientras estaba al cuidado de una criada que, cuando lo vio, se lanzó tras él y también murió.
A mediados del pasado mes de noviembre, se llevaron a cabo trabajos de restauración en el sepulcro del Infante, ubicado desde hace 462 años en la Sala Catalina de la Catedral de Segovia, tras su traslado desde la antigua catedral.
Cuando se disponían a levantar la tapa con la efigie del niño para restaurarla de forma más cómoda, los restauradores hallaron durante su trabajo un pequeño cofre forrado de terciopelo con los restos óseos y vestimentas de la época que se encontraba alojado en un hueco de la base del sepulcro.
En el interior de este cofre se hallaron, enrollados de forma individual, una saya, presumiblemente de seda con botones de tela, un faldón de mayor tamaño y un cinturón de tela del mismo color, que hecho un rulo, guardaba los tres huesos de pequeño tamaño que están siendo analizados por el equipo investigador de Granada.
El Cabildo de Segovia sopesó diferentes propuestas para llevar a cabo los trabajos antropológicos y genéticos, decantándose finalmente por el equipo liderado por el catedrático de la UGR, José Antonio Lorente Acosta.
En pocos días, con el apoyo fundamental del historiador Marcial Castro, se concretaron los pasos a seguir para comenzar la colaboración con la UGR y el equipo de profesionales, que han liderado investigaciones tan importantes como la concerniente a la familia Colón o de los restos de don Tello de Castilla, hermano de Enrique II y tío carnal paterno del infante Don Pedro.
Los tres huesos fueron trasladados a principios de diciembre hasta la Universidad de Granada. En el laboratorio se han analizado las características morfológicas y morfométricas para poder obtener un perfil biológico del Infante y se han analizado las posibles patologías que pudo padecer antes de su muerte.
La segunda parte del estudio, aún en marcha, se centra en la investigación genética, a cargo de los profesores José Antonio Lorente y Juan Carlos Álvarez. El proceso de estudio y comparación del ADN extraído se está llevando a cabo con uno de los tres huesos (el que se encontraba en mejor estado de conservación). Se espera que los resultados estén disponibles en un plazo medio de tiempo.
De este modo, en una fase posterior de la investigación, el contraste de los resultados antropológicos actuales y el análisis genético permitirá conocer nuevos hallazgos y vías de investigación sobre el Infante y su familia, a los que contribuirán también los estudios realizados anteriormente por este equipo sobre la familia del Infante.