El libro de Lecturas y comentarios de Anaya y otros que nos recuerdan que odiábamos la clase de lengua

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No es nada nuevo el hecho de que los jóvenes detesten ciertas asignaturas, nosotros también vivimos esa pesadilla años atrás. Algunas cosas cambian, como la tecnología con la que cuentan ahora, pero si algo sigue igual, es que las clases de lengua estaban entre las más odiadas, y razones no le faltan. Para los que recuerden sus tiempos de EGB, seguro que no os habéis olvidado de aquel libro de Lecturas y comentarios de la editorial Anaya.

Este no era un libro de memorizar ni con el que hacer exámenes, en realidad, era una historia que todos íbamos leyendo y comentando en clase, como su propio nombre indica. Pero lo cierto, es que era mejor estudiar que pasar el rato con este libro. Y no era el único que detestábamos, este y otros son los que te harán recordar de verdad lo mucho que odiabas la clase de lengua.

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La Ilíada

la iliada

Entre los muchos libros de pesadilla que nos fue tocando leer, llegamos a 7º de EGB, y nos plantan un libro que ni por gusto te lees con 30 años en casa. Sí, a esa edad, en la que estabas entre los 10 y 11 años, llegas al inicio de curso, y mientras la profesora explica lo que vais a hacer ese trimestre, os suelta que tenéis que leer La Ilíada. Si creías que no había nada que los libros Lecturas y comentarios de Anaya, aún no tenías ni idea de lo que estaba por venir.

Llegas a casa en tu ignorancia, pues a esa edad no puedes tener demasiados conocimientos acerca de libros, y le cuentas a tus padres que te tienen que comprar este libro. En el caso de que ellos tampoco lo conocieran, llegáis a la librería, al dependiente se le pone la cara blanca y con pena en su cara, os entrega un libro que es un poema épico en veinticuatro cantos, el cual tiene de argumento un episodio del último año de la guerra de Troya. A esa edad ni siquiera tienes clase de historia, y ya te mandan un libro de algo que desconoces por completo. Una mala forma para fomentar la lectura. Siempre hay unicornios que se los leen encantados, pero no es lo normal.