Tres empresas europeas con sede en Francia, Suecia y Países Bajos comercializan con el régimen de China tecnologías biométricas, como el reconocimiento facial, que pueden utilizarse para labores de vigilancia sobre la población que atentan contra los derechos humanos.
Así lo ha alertado una investigación de Amnistía Internacional publicada este lunes, antes de que el Parlamento Europeo y los países miembros de la Unión voten este martes si deciden endurecer las reglas de exportación de sistemas de vigilancia.
En el informe se alerta sobre que tres empresas europeas, localizadas en Francia, Suecia y Países Bajos, exportan herramientas al régimen de China que en ocasiones se han utilizado directamente en campañas de vigilancia masiva a la población, como a los uigures y otras minorías islámicas del gigante asiático en la región noroccidental de Xinjiang, algo que ha sido condenado por la UE.
La industria de vigilancia biométrica de Europa está fuera de control», ha denunciado Merel Koning, responsable de Política, Tecnología y Derechos Humanos en Amnistía Internacional, en un comunicado de la organización.
Koning ha criticado que esta industria esté «floreciendo por vender sus equipos a infractores de los derechos humanos» y ha añadido que «la condena de los gobiernos de la UE a la represión sistemática en Xinjiang se desmorona si continúan permitiendo que las compañías vendan las tecnologías que permiten estos abusos»
MORPHO, AXIS Y NOLDUS
La primera de las compañías implicada en la venta de tecnología sensible a China es la francesa Morpho, que forma parte de la multinacional Idemia.
Esta compañía, especializada en sistemas de seguridad e identificación, recibió un contrato público del Departamento de Seguridad Pública de Shangai en 2015 para proporcionar equipos de reconocimiento facial.
La segunda de las compañías es la sueca Axis Communications, que vende y desarrolla cámaras de seguridad especializadas en la monitorización remota, y que figura entre las marcas «recomendadas» por China entre 2012 y 2019, incluyendo la instalación de entre 8.000 y 30.000 cámaras en la ciudad china de Guilin, en el sur del país y con 5 millones de habitantes.
Axis ha asegurado a Amnistía Internacional que no necesita tener autorización para exportar este tipo de tecnologías biométricas al China.
La tercera empresa es la holandesa Noldus, que ha vendido su sistema de reconocimiento de emociones, FaceReader, a fuerzas de seguridad y a la policía de China, que se ha utilizado en universidades y por parte del Ministerio de Seguridad Pública del país asiático. Según Amnistía Internacional, este sistema «se usa de forma perjudicial por la autoridades para restringir los derechos humanos».