Los investigadores han encontrado evidencia de que el asteroide Ryugu nació de la posible destrucción de un asteroide más grande hace millones de años. Gracias a la nave espacial ‘Hayabusa2’, un equipo internacional pudo estudiar en detalle ciertas características de la superficie y han comprobado que las variaciones en los tipos de rocas esparcidas en Ryugu dan información sobre los procesos involucrados en su creación y de la evolución de la vida en la Tierra, según publican en la revista ‘Nature Astronomy’.
El asteroide Ryugu puede parecer una pieza sólida de roca, pero es más exacto compararlo con una pila de escombros en órbita. Dada la relativa fragilidad de esta colección de rocas sueltas, los investigadores creen que Ryugu y asteroides similares probablemente no duren mucho debido a interrupciones y colisiones de otros asteroides.
Se estima que Ryugu adoptó su forma actual hace unos 10 o 20 millones de años, lo que parece mucho en comparación con la vida útil de un ser humano, pero lo convierte en un mero bebé en comparación con los cuerpos más grandes del sistema solar.
«Ryugu es demasiado pequeño para haber sobrevivido a los 4.600 millones de años de historia del sistema solar –explica el profesor Seiji Sugita, del Departamento de Ciencias Planetarias y Terrestres de la Universidad de Tokio–. Los objetos del tamaño de Ryugu serían interrumpidos por otros asteroides dentro de varios cientos de millones de años en promedio».
«Creemos que Ryugu pasó la mayor parte de su vida como parte de un cuerpo padre más grande y sólido –añade–. Esto se basa en las observaciones de ‘Hayabusa2’ que muestran que Ryugu es muy sueltos y porosos. Es probable que tales cuerpos se formen a partir de la reacumulación de escombros de colisión».
Además de proporcionar a los investigadores datos para medir la densidad de Ryugu, ‘Hayabusa2’ también recopila información sobre las propiedades espectrales de las características de la superficie del asteroide.
Para este estudio en particular, el equipo estaba interesado en explorar las diferencias sutiles entre los diversos tipos de rocas incrustadas en la superficie.
Determinaron que hay dos tipos de rocas brillantes en Ryugu, y la naturaleza de estas revela cómo se pudo haber formado el asteroide.
«Ryugu se considera un asteroide de tipo C, o carbonáceo, lo que significa que está compuesto principalmente de roca que contiene mucho carbono y agua –apunta el investigador postdoctoral Eri Tatsumi–. Como era de esperar, la mayoría de las rocas de la superficie también son de tipo C; sin embargo, también hay un gran número de rocas de tipo S, o silíceas. Estas son ricas en silicatos, carecen de minerales ricos en agua y se encuentran más a menudo en el sistema solar interno que en el externo».
Dada la presencia de rocas de tipo S y C en Ryugu, los investigadores creen que el pequeño asteroide de escombros probablemente se formó a partir de la colisión entre un pequeño asteroide de tipo S y el asteroide padre de tipo C más grande de Ryugu.
Si la naturaleza de esta colisión hubiera sido al revés, la proporción de material de tipo C a S en Ryugu también se revertiría. ‘Hayabusa2’ se encuentra ahora en su viaje de regreso a la Tierra y se espera que entregue su cargamento de muestras el 6 de diciembre de este año.
Los investigadores están ansiosos por estudiar este material para agregar evidencia a esta hipótesis y dilucidar muchas otras cosas sobre nuestro pequeño vecino rocoso.
«Usamos la cámara de navegación óptica en ‘Hayabusa2’ para observar la superficie de Ryugu en diferentes longitudes de onda de luz, y así es como descubrimos la variación en los tipos de rocas. Entre las rocas brillantes, los tipos C y S tienen diferentes albedos o propiedades reflectantes», señala Tatsumi.
«Pero espero ansiosamente el análisis de las muestras devueltas, ya que esto confirmará las teorías y mejorará la precisión de nuestro conocimiento sobre Ryugu –añade–. Lo que será realmente interesante es saber en qué se diferencia Ryugu de los meteoritos en la Tierra, ya que esto a su vez podría decirnos algo nuevo sobre la historia de la Tierra y el sistema solar en su conjunto».
Sin embargo, Ryugu no es el único asteroide cercano a la Tierra que los científicos están explorando actualmente con sondas.
Otro equipo internacional de la NASA está estudiando actualmente el asteroide Bennu con la nave espacial OSIRIS-REx en órbita a su alrededor.Tatsumi también colabora con investigadores en ese proyecto y los equipos comparten sus hallazgos de investigación.
«Cuando era niño, sentía que los otros planetas estaban siempre fuera de alcance. Pero con el poder de los instrumentos de nuestra nave espacial, las imágenes son tan nítidas y claras que se siente como si casi pudieras tocar la superficie de estos asteroides –recuerda Tatsumi–. En este momento, estoy estudiando asteroides con telescopios gigantes en las Islas Canarias. Y algún día, espero explorar también cometas helados y objetos transneptunianos como planetas enanos. De esta manera, pronto podremos comprender y apreciar completamente cómo comenzó nuestro sistema solar».