El escritor francés Eric Vuillard, quien novela en ‘La guerra de los pobres’ (Tusquets) la revolución de los campesinos en la Alemania del siglo XVI, ha alertado de que en Francia ha habido un «aumento de la violencia policial» en los últimos años coincidiendo con varias protestas sociales como la de los chalecos amarillos.
«En Francia ha habido un aumento de la violencia policial muy marcada en los últimos años, el número de personas que perdieron un ojo o una mano en manifestaciones es importante», ha lamentado en una entrevista el autor.
No obstante, considera que esa «violencia» que se vivió para reprimir las protestas son las que han hecho que el movimiento ‘black lives matter’ haya tenido una mejor respuesta por parte de la policía. «La relación con lo que ha venido de Estados Unidos habría sido muy diferente de haber pasado años antes», ha indicado.
«Los chalecos amarillos pertenecían a menudo a clases sociales que se movilizan poco y estaban poco sindicadas, con poca costumbre en la relación con la policía salvo para recibir multas. Ellos se han encontrado una policía muy represiva, y ahora se han mostrado más sensibles», ha afirmado.
La revuelta de ‘La guerra de los pobres’ está liderada por el teólogo Thomas Müntzer, odiado tanto por Lutero como por la Iglesia y que puso en jaque a los poderes de la época. «El problema es que el iluminado o el fanático siempre lo es a ojos de otro. Lutero consideraba a Müntzer como un fanático, pero los embajadores de Carlos V consideraban al propio Lutero el fanático. Y claro, Lutero veía igual de mal a la Inquisición», ha explicado.
Para Vuillard, todo esto se resume en «un juego de la silla», pero en el que si considera la figura de Müntzer como fanático, sería como «fanático de la igualdad». La elección de este tema para su novela, después de haberse centrado en anteriores libros en hechos históricos como la Revolución Francesa o el ascenso de los nazis en Alemania se debe a su interés por «el hombre ordinario».
«Me interesaba el levantamiento del hombre ordinario, que nace con estas protestas, en las que hay un perímetro social incierto y tienen una composición heterogénea. Que ellos mismos se llamasen hombres ordinarios tiene algo muy moderno: no ser ni más ni menos que otros», ha defendido.
Para Vuillard, pese a que la revuelta de Müntzer se inscribía en la linea de varias revueltas anteriores, esta muestra a «un sujeto crítico, que decide leer por sí mismo la Biblia y tener sus propias opiniones». «El bautismo, el matrimonio… todas esas preguntas que hoy nos parecen lejanas, pero que entonces no lo eran», ha indicado.
Y establece un paralelismo con la actualidad. «Ellos lo que se preguntaron era que si todo el mundo puede representar al resto, ¿realmente necesitamos representantes? Ahora alguien podría preguntarse, ¿pero es que necesitamos a alguien para entender los Derechos Humanos?», ha cuestionado.
Vuillard considera que de la Biblia, protagonista también de su novela, «todavía quedan cosas centrales» en la sociedad actual, empezando por lo que supone «el nacimiento de un libro como objeto y emancipación». Y del cristianismo, recuerda que ‘pobre’ es «una palabra heredada» de esta religión.