- La Bodega de los Secretos es un restaurante de comida mediterránea de vanguardia situado en la calle San Blas de Madrid.
- El pulpo, el pez mantequilla y el confit de pato son alguno de sus platos estrella.
- Cuesta alrededor de 40 euros por persona.
En el centro de Madrid, escondido y pasando desapercibido, se encuentra uno de los lugares con más encanto de la capital: la Bodega de los Secretos. Ubicado en la bodega más antigua de la ciudad, es ideal para degustar una exquisita cocina mediterránea de vanguardia en un ambiente singular. En tiempos de Covid, además, el local tiene una gran ventaja: la distancia de seguridad entre las mesas viene impuesta por la construcción funcional propia de una cava del siglo XVII. De este modo, la sala está distribuida por los espacios o cuevas donde antaño se situaban las enormes ánforas donde se maceraba el vino, que ahora sirven de reservados.
Entrar en el restaurante supone trasladarte a otra época, en la que las intrigas estaban a la orden del día y los ‘gatos’ –honrados algunos, otros no tanto– debían esconderse en pasadizos y túneles para evadir la ley o proteger su propia vida. Según se mire.
Carta mediterránea
La carta de la Bodega de los Secretos, cuidada y selecta, está repleta de productos de mercado, con una elaboración depurada y única. Entre los entrantes destaca el pulpo a la brasa con aceite de pimentón de la Vera y cremoso de patata trufada. Desde un primero momento, el olor a trufa es embriagador. El pulpo, tostado y bien cocinado, se funde con un puré de patata cremoso, con mucha mantequilla, sin resultar empalagoso. Toda una delicia.
Como platos principales encontramos desde pescados hasta carnes, pasando por arroces y pastas. El lomo de pez mantequilla horneado con calabacín y emulsión de lima está logrado a la perfección. En su punto y tierno, se deshace en la boca, y marida perfectamente con el calabacín, cortado en tiras finas, y con la lima, que aporta al conjunto un toque refrescante y diferente. Por su parte, el confit de pato glaseado es otra de las recomendaciones del menú. Se acompaña con gnoquis de manzana, chalota caramelizada y una salsa que fusiona los sabores y aporta jugosidad la carne.
Postres de escándalo
Uno no puede salir de la Bodega de los Secretos sin probar alguno de sus postres. El coulant de chocolate y helado de mango es una excelente opción, aunque te recomendamos que lo pidas con antelación, ya que tarda 7 minutos en estar listo. El interior se deshace en un rio de lava de chocolate y el frío de mango, un punto amargo, contrata perfectamente con el dulzor del bizcocho.
Como no podía ser menos al estar en una bodega, la carta de vinos es extensa y apuesta por las denominaciones nacionales, con precios asequibles que oscilan entre los 16 y los 50 euros, con algunas excepciones algo más caras, como un Vega Sicilia que alcanza los 175 euros. Como blanco, el Perro Verde, es una opción económica y de calidad para acompañar los deliciosos platos.
Cuidadas medidas de seguridad
Las medidas de seguridad, propiciadas por la idiosincrasia de la Bodega de los Secretos, están cuidadas al mínimo detalle. Nada más entrar te toman la temperatura en la muñeca y los menús se encuentran en unas coquetas bolsas de papel que, además, sirven para guardar la obligada mascarilla. Un par de veces al día purifican el local con una máquina de ozono, para eliminar cualquier germen que pudiera quedar en el ambiente, sobre todo si completan el aforo, que es de unas 100 personas.
La Bodega de los Secretos es ideal para relajarse lejos –aunque, paradójicamente se encuentre en el centro– del bullicio de Madrid. Eso sí, no es apto para ‘workalcoholics’: el restaurante es tan ‘secreto’ no tiene cobertura. Sin embargo, no te alarmes: si no puedes separarte de tu móvil, tienen Wifi al servicio de los clientes. Por otra parte, el servicio es excelente. Los camareros, amables y solícitos, se conocen la carta al dedillo, y no dudan en recomendarte las mejores opciones,
400 años de historia
La historia de la Bodega de los Secretos es otro de los motivos por los que acudir al restaurante. Realmente, el espacio es una pequeña joya arquitectónica de Madrid con más de 400 años. Cuando se construyó, pertenecía a la congregación San Felipe de Neri, seglares siervos de los pobres-enfermos del Real Hospital General, situado al otro lado de la calle, hoy sede del Museo Reina Sofía.
En el siglo XVII, la bodega se encontraba en el borde de la ciudad de Madrid. En aquella época, para vender productos en la ciudad, había que pagar a la entrada un tributo llamado “Sisa”. En la restauración de la bodega aparecieron 3 pasadizos clandestinos, dos de ellos comunicaban con las afueras de la ciudad y muy probablemente se utilizaron para introducir mercancías y evitar el pago de los impuestos.
Además, al limpiar uno de los pasadizos aparecieron bayonetas de la época de la guerra con Napoleón y armas de la época de la Guerra Civil, lo que hace pensar que estos pasadizos se utilizaron como escapatorias para huir de las tropas en épocas de guerra y para protegerse, posteriormente, de los bombardeos.
Ladrillos de Arévalo
Hay que resaltar la magnífica restauración y rehabilitación del espacio realizada por su propietario Raúl Muñoz. Gracias a su tesón y esfuerzo se han conservado todos los elementos constructivos y los materiales en la medida de lo posible. Tanto los más antiguos como los de épocas más recientes, todos testigos de las diferentes etapas en la historia de esta singular construcción. En las zonas en que el deterioro era tan grande que no se podían recuperar, los ladrillos fueron sustituidos por otros realizados a la antigua usanza en una fábrica artesanal en Arévalo en la que milagrosamente se continúan haciendo a mano, como hace siglos.
La Bodega de los Secretos, un restaurante que hace honor a su nombre, en la calle de San Blas nº 4, a un paso de las Serrerías Belgas, Caixaforum, el Jardín Botánico…. Un lugar perfecto, por 40 euros por persona de media, para esa cita romántica. Como dicen quienes conocen el restaurante: “Si ‘First Dates’ se hiciera aquí… el mundo estaría lleno de parejas”.