El Festival de San Sebastián ha arrancado este viernes su 68 edición, marcada por la pandemia del covid-19, que ha obligado a tomar medidas especiales, reducir aforos y prescindir de espacios y de aficionados en la alfombra roja, con una gala con gran presencia de la música, en la que se ha reivindicado «el arte del cine» y la importancia de acudir a las salas.
El exterior del Kursaal ha tenido que prescindir este año de público y únicamente los medios de comunicación, con las correspondientes distancias de seguridad entre ellos, han acompañado a los invitados en su entrada a la gala, entre los que estaban representantes institucionales como el consejero de Cultura y portavoz del Gobierno Vasco, Bingen Zupiria, el delegado del Gobierno en Euskadi, Denis Itxaso, el diputado general de Guipúzcoa, Markel Olano, y el alcalde de San Sebastián, Eneko Goia.
La gala de inauguración, que ha tenido el concepto de la distancia, muy presente en los actuales tiempos de pandemia, y la necesidad de volver a las salas de cine como ejes, ha comenzado con la música y la danza como protagonistas de la mano de la actriz Miren Gaztañaga y los bailarines de la compañía Kukai, ceremonia en la que han ejercido como presentadores la propia Gaztañaga junto a Cayetana Guillén Cuervo, Eneko Sagardoy, e Inma Cuevas. El humor ha tenido también su hueco de la mano de los actores Iñigo Salinero y Gorka Aginagalde.
Durante la gala, se ha presentado a los miembros del jurado de la Sección Oficial, presidido este año por el cineasta italiano Luca Guadagnino, así como las diferentes secciones del Zinemaldia.
CANNES
Además, en esta edición marcada por el covid-19, el director del Festival, José Luis Rebordinos, ha invitado a su homólogo de Cannes, Thierry Frémaux, a subir al escenario para pronunciar un discurso de apoyo al festival francés y a todas las citas cinematográficas que este año han sido canceladas por el coronavirus.
Rebordinos ha destacado que este año la pandemia «ha golpeado a muchas personas y a la industria del cine», y ha incidido en que «un festival no es solo un lugar donde se proyectan películas, sino donde se intercambian experiencias», al tiempo que ha insistido en que «donde mejor se ve una película, es una sala de cine».
Por su parte, Frémaux ha subrayado que el cine «está vivo» y ha recordado que se cumplen «125 años de su nacimiento». Siempre hay amenazas sobre las salas de cine, que son importantes por nuestra historia, por nuestra cultura y nuestro futuro. Las plataformas son importantes, pero en pantalla grande se pueden compartir las emociones de los seres humanos y el cine no va a morir», ha manifestado.
WOODY ALLEN
También el director estadounidense Woody Allen, cuya película ‘Rifkin’s Festival’ inaugura el certamen fuera de concurso, ha enviado un mensaje en un vídeo, al no poder desplazarse al Zinemaldia por el covid-19, en el que ha vuelto a alabar lo «maravillosa» que es la ciudad y el festival de San Sebastián, y ha confiado en que la película «guste al público lo mismo» que a él le gustó rodar en la capital guipuzcoana, al tiempo que ha deseado poder volver a visitarla «cuando acabe la pandemia».
La película ha estado representada en el escenario del Kursaal por las actrices Gina Gershon y Elena Anaya, y el productor Jaime Roures, quien ha felicitado al Festival de San Sebastián «por resistir a la pandemia y por demostrar que el cine y la cultura es la mejor arma para vencer al virus, después de los sanitarios». Anaya se ha sumado a este mensaje señalando que «el cine es un lugar seguro, todos necesitamos el cine y el cine nos necesita».