El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha hablado por teléfono con el presidente turco, Recep Tayip Erdogan, dos veces esta semana, la última este mismo jueves, para intentar contribuir a rebajar la tensión entre Turquía, por un lado, y Grecia y Chipre, por otro, en relación con las aguas del Mediterráneo Oriental.
Así lo ha desvelado la ministra de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, Arancha González Laya, en rueda de prensa junto a su colega de Malta, Evarist Bartolo, tras una reunión en la que la tensión con Turquía por la delimitación de aguas y por sus prospecciones de gas en el Mediterráneo ha sido uno de los temas de agenda.
González Laya ha señalado que Sánchez también habló con el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, cuando se vieron la semana pasada en Córcega en la Cumbre de países del sur de la UE. Ella misma viajó a Ankara y Atenas en junio para contribuir «de manera discreta». España defiende rebajar la tensión para acto seguido que los actores inicien un diálogo sobre delimitación marítima y yacimientos.
Tanto ella como su invitado han dado su apoyo a los esfuerzos de mediación de Alemania y del alto representante para rebajar tensión y propiciar un diálogo entre las partes, y han evitado valorar la posición de Francia, partidaria de una mayor firmeza hacia Ankara.
Bartolo ha calificado de muy interesante la propuesta del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, de convocar una conferencia multilateral porque, cree que más allá de la delimitación marítima y los yacimientos de gas, hay que abordar asuntos de fondo.
Por un lado, cree que hay que ayudar a resolver la reunificación de Chipre (la parte norte de la isla está ocupada por Turquía sin reconocimiento internacional), porque «hasta que no se resuelva este problema el Mediterráneo va a tener siempre la misma previsión: marejada o fuerte marejada.
Además, cree necesario «un debate a fondo» sobre la relación que la UE quiere tener con Turquía y ver si la UE «se puede permitir estar rodeada por vecinos hostiles».
Entre Grecia, Chipre y Turquía, ha reconocido, el acuerdo será difícil, pero la alternativa sería peor, porque la alternativa es un conflicto armado y los conflictos no hacen más que dificultar los acuerdos.
La UE analizará todas las opciones sobre la mesa –incluida la posibilidad de sanciones a Turquía por las prospecciones– en la cumbre de los días 24 y 25. Malta, uno de los más partidarios de la vía del diálogo, firmó este verano un acuerdo de cooperación económica con Turquía y con Libia. Bartolo ha iniciado su comparecencia en Madrid recalcando que Malta no va a dejar de ser un país neutral y que, en contra de lo que han dicho algunas informaciones, no habrá bases turcas en su territorio.
Por otro lado, los dos ministros de Exteriores han apostado por apoyar «una solución política, entre libios y sin injerencias extranjeras» en Libia, donde han valorado positivamente que se mantenga el alto el fuego.
No obstante, González Laya ha advertido de que debe reanudarse la producción de petróleo para que sea posible la recuperación económica. También Bartolo ha incidido en que, aunque el alto el fuego se mantiene, aumenta la «conflictividad social», porque «la gente sufre en ambos bandos» y está habiendo protestas, primero en Trípoli y luego en Bengazi.
La gente, ha dicho, no tiene agua ni electricidad, la moneda está devaluada y los precios disparados, y el Covid-19 corre peligro de convertirse en un «problema tremendo» que empeore más la situación, en un país que es probablemente «el más rico en recursos del Mediterráneo».
«Hay que ayudar a reconstruir el país en beneficio de todos», ha dicho, añadiendo que «si hay una crisis de seguridad en Libia» inmediatamente «la hay en Europa«.