Un estudio dirigido por el investigador del Institut Català de Paleontología Miquel Crusafont (ICP) Albert G. Sellés ha descrito una nueva especie de cocodrilo a partir de restos fósiles encontrados en Coll de Nargó, en el Alt Urgell (Lleida), y que fueron robados en 2013, poco antes de su extracción.
El fósil fue recuperado en pocas semanas gracias a la intervención de los Mossos d’Esquadra y entregado a un equipo de investigación formado por expertos del ICP, el Museo de la Conca Dellà (Lleida), la Universidade da Coruña y la Universidad de Barcelona, ha informado el ICP en un comunicado este jueves.
El espécimen ha sido bautizado como ‘Ogresuchus furatus’, que significa «el cocodrilo-ogro que fue robado», y se trata de un cocodrilo terrestre de tamaño relativamente pequeño que pudo alimentarse de las crías de los dinosaurios que ponían sus huevos en esta zona de los Pirineos.
Según los resultados del estudio, publicado este jueves en la revista ‘Scientific Reports’, el esqueleto parcial del Ogresuchus pertenece a la familia de los sebécidos, un grupo de cocodrilos terrestres abundantes entre el Paleoceno y el Mioceno Medio, hace entre 66 y 15 millones de años.
UN EJEMPLAR ANTIGUO
Se trata, además, del espécimen más antiguo descubierto hasta ahora, con 71,5 millones de años de antigüedad, ha explicado Sellés: «Ogresuchus es 10 millones de años más antiguo que cualquier otro sebécido conocido hasta la fecha, por lo que el hallazgo nos obliga a redefinir la historia evolutiva de esta familia».
La característica principal de los sebécidos es que, a diferencia de los cocodrilos actuales, tenían sus patas situadas bajo el cuerpo, lo que les permitía moverse «de forma parecida a los mamíferos actuales y ser depredadores muy activos», ha comentado el paleontólogo.
El artículo describe a Ogresuchus como un animal bastante pequeño, de menos de un metro de largo, con dientes dentados y curvos, y patas gráciles que sugieren que debía ser un depredador activo y muy ágil, capaz de cazar presas pequeñas.
Los restos de Coll de Nargó se encontraban a menos de medio metro de un nido de huevos de titanosaurio y estaban rodeados de cáscaras de huevo, por lo que los investigadores postulan que ocasionalmente se habría alimentado de las crías.
«Las crías de dinosaurio probablemente no eran su principal fuente de alimento, pero habrían sido una presa fácil para un cocodrilo de estas características que no habría desperdiciado la oportunidad de depredarlos», ha esclarecido Sellés.