A estas alturas ya todos conocemos esa sensación. Tras un rato caminando, o al subir escaleras, o haciendo la compra, o en el metro…Nos fatigamos, respiramos hondo y sentimos que no llega aire a los pulmones. La mascarilla agobia y no permite respirar profundamente. Sudamos y el aire que nos entra por la nariz está viciado. Y deseamos con todas nuestras fuerzas poder quitarnos la mascarilla.
Este es sin duda el inconveniente más molesto de las mascarillas. El ahogamiento, la angustia y la sensación de falta de aire son los motivos por los que muchas veces renunciamos a ella o nos la bajamos. Hay algunos trucos y estrategias para evitar esta situación.
6Llevar una mascarilla de repuesto
Esto puede ayudarnos a aliviar la sensación de ahogo. Si un día vas a pasar muchas horas fuera de casa y, además, va a ser un día caluroso, conviene llevar a buen recaudo una mascarilla de repuesto.
El calor y el sudor incrementan la sensación de asfixia. De este modo, llevando una de repuesto, podremos cambiárnosla en cuanto se humedezca la que llevamos puesta. Al sudar, la mascarilla se pega en la cara y dificulta la respiración. Por ese motivo es recomendable llevar una mascarilla limpia de repuesto.