A estas alturas ya todos conocemos esa sensación. Tras un rato caminando, o al subir escaleras, o haciendo la compra, o en el metro…Nos fatigamos, respiramos hondo y sentimos que no llega aire a los pulmones. La mascarilla agobia y no permite respirar profundamente. Sudamos y el aire que nos entra por la nariz está viciado. Y deseamos con todas nuestras fuerzas poder quitarnos la mascarilla.
Este es sin duda el inconveniente más molesto de las mascarillas. El ahogamiento, la angustia y la sensación de falta de aire son los motivos por los que muchas veces renunciamos a ella o nos la bajamos. Hay algunos trucos y estrategias para evitar esta situación.
1¿Por qué se produce esa sensación de ahogo?
Recientemente ha circulado un mensaje por las redes sociales asegurando que el uso prolongado de mascarillas puede llegar a producir hipoxia, esto es, una carencia de oxígeno en la sangre, en el organismo o en las células. El mensaje indica que “respirar una y otra vez aire exhalado se convierte en dióxido de carbono, por eso nos sentimos mareados». Sin embargo, esto es completamente erróneo, tal y como indican en Salud Sin Bulos.
Respirar a través de una mascarilla no provoca que se acumule CO2 como algunas personas creen, por tanto no se produce ningún tipo de intoxicación que origine ahogo o mareo. Esa sensación de fatiga o ahogo, según los médicos, tiene más relación con la angustia y los nervios que provoca en algunas personas llevar mascarilla.