El cardenal arzobispo de Valencia y canciller de la Universidad Católica de Valencia (UCV), Antonio Cañizares, ha defendido que la universidad «no puede olvidar que su vocación es poner al servicio de la humanidad los diferentes conocimientos de la ciencia sin caer en la tentación de la supuesta objetividad científica, más allá de la exigencia ética que pueda volverse contra el hombre».
En el acto de apertura de curso, celebrado este miércoles, afirmó que «a la UCV le duele que estén promoviendo iniciativas legislativas en contra de la concordia y la reconciliación, a favor de la ruptura, el enfrentamiento, el odio y la privación de la libertad», recoge la institución académica en un comunicado.
Cañizares proclamó que «esta universidad, conforme a su entraña más propia, tiene como honor contar con Adolfo Suárez como doctor honoris causa por ser el hombre de la reconciliación, de la Constitución de la concordia».
Bajo este prisma, pidió que esta universidad «siga trabajando con empeño en la reconciliación y la paz, la concordia, la paz, la integración de todos en un proyecto común para España de verdadero futuro, sin excluir a nadie: Una recta razón, una formación que eduque en esos principios y los difunda, es lo mejor que podemos hacer en favor de nuestra sociedad española».
El purpurado sostuvo que la Católica «trabaja en la promoción de un mundo más justo, hecho a la medida del ser humano, que le ayude en sus necesidades materiales y espirituales; un mundo de dignidad y justicia para todos los hombres y todos los pueblos, que entrañe el respeto y la no exclusión de nadie».
«Necesitamos hombres de pensamiento, capaces de reflexión profunda, volcados en la búsqueda de un nuevo humanismo. En este momento crucial del mundo, la universidad tiene un papel fundamental en el establecimiento de un verdadero humanismo. Tenemos la misión de renovar la humanidad, con hombres y mujeres nuevos. Éste es el gran reto».
De cara al futuro, Cañizares confió en que la UCV sea una universidad de excelencia en la investigación y la docencia, pero también conminó a la comunidad universitaria a no ser «únicamente el lugar donde el estudiante se forma para una profesión, sino también el lugar donde, al menos, este pueda asomarse a la verdad plena, que es cristo».
Tras alertar que «dedicarse solo a la formación llevaría a la universidad a su aniquilación», defendió que «la universidad no puede olvidar que su vocación es poner al servicio de la humanidad los conocimientos de la ciencia sin caer en la tentación de la supuesta objetividad científica más allá de la exigencia ética que pueda, en definitiva, volverse contra el hombre».
«¿Cómo encontrar respuesta a las preguntas que está planteando la pandemia del coronavirus sino es en la cruz de cristo, en la kenosis del hijo de dios, que se despojó de su condición divina, se humilló hasta la muerte, una muerte de cruz? Acoger esta verdad nos ayudará a dar respuesta a los grandes interrogantes que se plantea todo hombre, y quizás de manera especial el joven en sus años de estudios universitarios», expuso.
Interrogantes que, a su juicio, tienen que ver con el sentido de la vida humana, el valor del trabajo, la construcción de «un mundo nuevo regido por la justicia y la verdad, en concordia y reconciliación, o con la fraternidad entre los pueblos». Todas estas cuestiones hacen referencia «a las inmensas posibilidades que tiene el hombre de hacer de su vida un ejercicio permanente de servicio a la sociedad».
A nivel académico, el gran canciller felicitó a la Universidad Católica de Valencia por su ayuda a los más necesitados y por la unión con la Facultad de Teología y el proyecto de crear un colegio mayor.
Por su parte, el rector, José Manuel Pagán, homenajeó a todos los fallecidos víctimas del coronavirus, de manera especial «a los miles de ancianos que murieron solos», para afirmar que es «muy duro comprobar que esta experiencia de sufrimiento inocente no ha impedido que se vaya a debatir una ley sobre ‘ayuda a morir’ que orilla la apuesta por los cuidados paliativos».
La crisis brindó la oportunidad a la Católica de ponerse «al servicio de la sociedad desde el primer día de confinamiento» al ofrecer sus instalaciones. Su hospital virtual ayudó a testar numerosos prototipos de respiradores que «hoy son una realidad».
IR A CLASE ES «IRRENUNCIABLE»
Sobre el inicio de curso, el rector apeló a la necesidad «irrenunciable» de la presencialidad de los estudiantes, un modelo por el que la UCV sigue apostando pese a la crisis sanitaria tras adaptarlo «en tiempo récord». Otro reto «prioritario» es la captación de fondos, principalmente para ayudar a alumnos que sufren la crisis.
Como secretaria autonómica de Universidades, Carmen Beviá felicitó a la Católica por estar «a la vanguardia» en este tiempo de pandemia y subrayó que «junto a la tecnología, necesitamos la cercanía humana. «La UCV ha dado muestra de este humanismo: fue una de las primeras para que sus laboratorios pudieran dar pruebas PCR y puso sus recursos al servicio de una sociedad golpeada por la crisis».