La primera comisión parlamentaria de esta legislatura acogió un debate, a propuesta del BNG, para retirar de las paredes de la Cámara el cuadro del rey emérito, Juan Carlos I, que recientemente ha salido de España ante la repercusión pública de lo que él definió, en una carta remitida a su hijo Felipe VI, «ciertos acontecimientos pasados» de su «vida privada«.
Los nacionalistas también querían, como explicó el diputado impulsor de la iniciativa, Luís Bará, retirar la condición de embajador del Camino de Santiago al que fuera jefe del Estado, algo que el PPdeG también rechazó haciendo mención a que «fue fundamental para su promoción internacional».
Es más, el diputado popular Alberto Pazos Couñago hizo una defensa férrea del papel del rey emérito para una «transición modélica que dejó una democracia moderna homologable a la de cualquier democracia» de países europeos y rechazó el «linchamiento político» al tiempo que reivindicó la «presunción de inocencia».
Así, siguió la línea expresada este mismo martes por el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, quien elevó a condición de «gallego ilustre» a Juan Carlos de Borbón. «Siempre que quiera volver (a Galicia) estaremos encantados de recibirlo», dijo Feijóo en Zarzuela, en donde se reunió con Felipe VI tras su toma de posesión por cuarta vez.
«No es un debate jurídico, esto está en el terreno de la ética, de la ejemplaridad y de la honorabilidad», ha replicado el diputado del BNG Luís Bará, quien recordó que el propio Felipe VI retiró la condición de duquesa de Palma a su hermana Cristina tras verse salpicada en el caso Nóos por el que su marido, Iñaki Urdangarín, fue condenado con penas de cárcel.
Ante el reproche de Pazos Couñago por llevar esta iniciativa a la primera comisión parlamentaria, Bará se preguntó si en el Parlamento «lo único de lo que se puede tratar es de la pandemia» y le recordó, además, que hubo otra iniciativa en esta misma comisión sobre una petición para renovar el compromiso antitransfuguismo de todos los partidos, el cual tampoco salió adelante.
«NO SON TIEMPOS DE PLEITESÍA»
En su exposición de motivos, Luís Bará, que consideró que «no son tiempos de pleitesía», lamentó que los populares «vayan en dirección contraria». Pazo Couñago se mofó de lo que tildó de «encuesta Bará», la cual afirmaría que tiene «el apoyo mayoritario del pueblo gallego» para esta iniciativa. Hay gente que hoy no durmió por si movíamos retratos del rey del Parlamento», dijo irónicamente, tras ridiculizar la iniciativa: «usted quiere una mudanza, cambiar un cuadro de sitio.
Por su parte, el viceportavoz del PSdeG, Pablo Arangüena, exhibió su republicanismo asegurando que paga la cuota del Ateneo Republicano y que firmaría la III República, pero acto seguido manifestó su respeto por la institución monárquica y consideró que hay que «dejarse de símbolos, retratos y cuestiones identitarias y centrarse en las que nos jugamos la supervivencia», como la sanidad.
MOCIONES DE CENSURA
Por otro lado, el diputado del BNG Iago Tabarés llevó una propuesta para reafirmar el pacto antritransfuguismo y adoptar las medidas necesarias para evitar mociones de censura sustentadas en concejales con esta condición. Su propuesta venía a colación de las mociones que supusieron la pérdida del bastón de mando para el BNG en Castrelo de Miño y en Viana do Bolo.
En el caso de Castrelo, recordó que se pusieron en conocimiento de la Fiscalía las declaraciones de una concejala del PSOE que dijo públicamente que el PP «le ofreció 42.000 euros a cambio de traicionar» a su partido, algo que no aceptó.
Para Arangüena, «los casos de los que se está hablando», en referencia a la iniciativa, «encajan perfectamente en lo que taxativamente está prohibido en el pacto antitransfuguismo», un acuerdo que, no obstante, sufrió un revés judicial en 2017, lo cual no exime del «pacto» político, en palabras de los diputados del BNG y del PSdeG.
Tanto PSdeG como BNG apuntaron directamente a «Baltar«. El diputado socialista, que deseó «una pronta recuperación» a José Luis Baltar Pumar –hospitalizado tras sufrir coronavirus–, denunció que «enchufó» y dejó «una diputación heredada» a su hijo, un «baltarato» que «no tuvo reparos» en situar a Gonzalo Pérez Jácome al frente del Ayuntamiento de Ourense –que ahora vive una crisis interna de gobierno– para «mantenerse en el poder» de la institución provincial.
Pazos Couñago se remontó a los inicios de la autonomía para acusar a la oposición de ser los que «iniciaron» la historia de las mociones de censura «con tránsfugas», en referencia a la que desalojó a Gerardo Fernández Albor. «Cierta flaqueza de memoria», les recriminó antes de advertir de que la iniciativa presentada «adolecía de imparcialidad» y que por ello no iba a participar en «ejercicios de hipocresía política».
«Le ofrezco colaboración, mano tendida. El objetivo no es el poder, sino mejorar el bienestar de la ciudadanía y la calidad de vida de los ciudadanos», ha subrayado Tabarés.