- En Casa Pepe, conocida como ‘Pepe, el guarro’, son famosas las alitas de pollo
- Con cada ronda, sirven abundantes tapas de manera gratuita
- Está en el barrio del Pilar, en la calle de Celanova 19
El nombre no invita a entrar, pero Casa Pepe, conocido por todo el mundo como ‘Pepe, el guarro’, es de uno de esos bares de Madrid a los que merece la pena ir. Siempre de bote en bote, su referencia a la limpieza –o falta de ella– no es óbice para que cada fin de semana, decenas de parroquianos se congreguen a degustar una de las especialidades del menú: las alitas de pollo.
Y es que el apelativo ‘el guarro’ no es casual. Ni irónico. Para llegar a la barra tienes que sortear los huesos que, entre caña y caña, los comensales han ido tirando al suelo, a la par de decenas de servilletas satinadas. Los habituales comentan entre risas que es como pisar un cementerio de pollos. Y no les falta la razón. Que no te de miedo unirte a la costumbre, aunque al principio pueda costar. “Donde fueres, haz lo que vieres”, parece gritar el piso.
Caótico y bullicioso, una vez que superas el impacto inicial, es hora de dejarse llevar por el encanto del local –que lo tiene– y disfrutar de la experiencia que proporcionan esos bares de antes, de los de azulejo, barra de aluminio y palillo entre los dientes. Su decoración lo dice todo: en la pared, hay una vitrina pequeña con la Virgen y el niño Jesús, rodeada de peluches gigantes, faltos de un buen lavado, que capitanean el bar desde lo alto de la estantería tras la barra.
Sus alitas, impresionantes
Sus ya legendarias alitas –consideradas por muchos como las mejores de Madrid– son un manjar: un rebozado crujiente combinado con un interior jugoso, con el punto justo de grasa. Las sirven gratis con cada consumición y en abundancia, en un plato que rebosa. Con copete, como dirían nuestras abuelas. Para chuparse los dedos.
No es la única tapa gratuita que sirven en ‘Pepe, el guarro’ con cada caña. Salchichón, revuelto de morcilla, arroz, patatas dos salsas, torreznos… Las bravas no son aptas para todos los paladares, su salsa es picante, de esas que hacen que lloren los ojos. “Sin tonterías”, suele responder alguno de los camareros cuando se les pregunta. Comida tradicional, sin florituras y sin más pretensión que hacer que los clientes disfruten, a voces para hacerse oír, de una tasca típica, de camarero con camisa blanca, trapo al hombro y la libreta de papel siempre a punto en la mano.
Cañas a 1,40 euros
Es, precisamente, en esa libreta, donde el camarero va apuntando con diligencia cada una de las rondas, que se pagan al final. No es excusa, no obstante, para el timo: los precios son tan bajos que creerás que se han equivocado sumando. Por poner un ejemplo: la caña, con su tapa, cuesta 1,40 euros. Si dejas propina, como tradición de la casa, aporrearán una campana ruidosa a modo de agradecimiento. Eso sí, no admiten el pago con tarjeta, así que lleva efectivo o te tocará peregrinar al cajero más cercano.
Las raciones, asimismo, tienen precios muy económicos. Casi todas rondan los 7 euros y con dos de ellas comen fácilmente cuatro personas. Desde mollejas a albóndigas, pasando por picadillo de chorizo, caracoles u oreja a la plancha. Cada día de la semana, además, ofrecen en la barra un plato de cuchara por 6 o 7 euros: lentejas, cocido, alubias… con todos sus sacramentos y una gran cesta de pan para mojar bien esa grasita que se queda al fondo del plato y que es una tentación difícilmente evitable. Y si es en un buen plato de callos, que lo tienen y es sublime, mejor.
‘Pepe, el guarro’ también dispone de dos zonas de comedor en las que se puede tomar un menú del día por 10 euros o disfrutar de sus raciones en un ambiente menos ruidoso que en la barra. Que no te engañe el precio: son platos abundantes y caseros, y puedes encontrar desde un socorrido filete a la plancha hasta productos ya desterrados de otras cartas como hígado o cabeza de cordero asada. La decoración va en consonancia con la de la parte de la barra, ‘rancia’, con un punto cañí, pero entrañable, con manteles blancos y vasos de ‘duralex’.
Un simple vistazo a las opiniones en la red hace ver que este sitio va camino de convertirse en toda una leyenda. No es para menos: con tres rondas, y sus consiguientes tapas gratis, ya te vas comido a casa. “Es conocido por las alitas de pollo que te van poniendo con las cañas, pero tiene otros platos ricos como la oreja, muy bien guisada. Casa Pepe hace honor a su apodo, y es que el suelo está tremendamente asqueroso, lleno de servilletas y huesos de pollo cual fosa común ovina. Aparte de suciedad en el suelo, también hay gente. Lleno de gente, sobre todo las noches del fin de semana. Hasta la policía va a cenar. Y donde va la policía es porque es barato o bueno, o un poco de todo. Pero la policía no es tonta”, comenta un cliente en Tripadvisor.
En el barrio del Pilar
No está situado en el centro de Madrid, sino en el barrio del Pilar, en la calle de Celanova 19, pero se puede llegar a ‘Pepe, el guarro’ fácilmente en metro. La parada más cercana es la de Antonio Machado, aunque la de Peñagrande tampoco está excesivamente lejos. Tiene un horario de apertura amplio, y cierra bastante tarde incluso entre semana.
Sus parroquianos lo tienen claro: ‘Pepe, el guarro’ es ya un elemento indiscutible de la esencia del barrio. “No voy a perderme en tópicos. Son muchos años, muchas celebraciones, muchos aperitivos, muchas resacas y muchos dobletes. Treinta años de mismas caras recibiéndote. Oreja en salsa, alitas y otra sonrisa. Pepe es un trabajador infatigable. Es el bar de las diferencias generacionales que ha visto la evolución del barrio”, comenta uno de ellos.
Y es que, con su suciedad, pero cuidando el producto y al cliente, se ha convertido una institución no apta para aquellos que están a dieta. Como bien definen los clientes: “’Pepe, el guarro’ es ese tipo de bar que te ha visto crecer pero que tú no has visto cambiar”. Y que dure muchos años.