El presentador Andreu Buenafuente, que ha asegurado recibir el Premio Nacional de Televisión «en paz» con su profesión, donará los 30.000 euros de la dotación económica del galardón a «causas humanitarias», que «van muy faltadas y son muy necesarias» en los tiempos actuales.
«El premio no lo puedes cobrar. Si tienes claro que lo tuyo es un trabajo de años y de equipos, si tuviera que repartir el premio entre los cientos de personas que me han acompañado sería imposible. Lo voy a dar a causas humanitarias, que van muy faltadas y muy necesarias en estos tiempos», ha afirmado en una entrevista.
Buenafuente ha calificado de «protocolo emocionante» el momento en que ha recibido la llamada del ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, para que le comunicara el premio. «Es curioso, porque no le conocía y hemos hablado más en las últimas semanas que en toda mi vida», ha comentado con humor.
«Nos encontramos en el Festival de Vitoria, donde recibimos un premio y allí delante del público le agradecí que un ministro se acercara a la profesión, porque eso nos hacía sentir mejor a los del oficio. La llamada de hoy la calificaría de protocolo, pero protocolo emocionante:recibir un premio así te llena de responsabilidad», ha apuntado.
El jurado del premio ha reconocido también su lado cómico, algo con lo que el presentador se siente muy identificado y no cree que haya supuesto menos reconocimiento. «Yo estoy muy en paz con la profesión, a mí me gusta llamarme payaso, porque es un oficio muy difícil y muy noble», ha añadido.
«A mí el humor me encanta porque tiene muchos matices y la comedia ha ido madurando estos años como este país. La comedia no es solo la risa fácil, hay también algo de reflexión, de analizar el mundo que te toca vivir, pero siempre quitando hierro. Así que no quiero dármelas de intelectual», ha defendido.
Buenafuente, quien se ha definido como «un inquieto patológico», ha reconocido que los últimos años en la televisión de pago le han «dado la vida». «Estás un poquito al margen de las audiencias, no del todo porque si un programa no tiene ‘feedback’ se sabe, pero haberme quitado de la televisión comercial más rabiosa me ha dado cierta serenidad», ha explicado.
«Puedo seguir probando, arriesgando, me equivoco tres veces al día pero de un acierto sale algo emocionante. Estoy un poco más tranquilo y lo recomiendo. Relajarse de las audiencias quizás nos haría reconectar con la pureza del oficio, que no es competición, aunque nos hayamos empeñado en eso», ha concluido.