- Los jueves, viernes y sábados, el Lolina Vintage organiza los guateques más divertidos en Madrid
- Ofrecen desayunos, comidas y meriendas ligeros, con unos postres de infarto
En pleno centro de Madrid, en el ecléctico barrio de Malasaña, se encuentra Lolina Vintage. Situado en la calle Espíritu Santo 9, simple vista puede parecer un café normal, pero en su interior alberga lo más divertido de los 50 y 60: ¡los guateques! Y es que en este peculiar local los fines de semana se inundan de nostalgia con los temas más retro y ye-ye de la capital.
Nada más entrar por la puerta, lo primero que llama la atención es la decoración de la cafetería. Los 50 y los 60 se fusionan, haciendo también un pequeño guiño a los 70. Ningún elemento está puesto al azar. Todo con la intención de hacer un verdadero viaje en el tiempo, a la época en la que los ahora abuelos se divertían al ritmo de Los Brincos y Formula V.
Según te adentras en el Lolina, numerosos objetos llaman la atención: una televisión que fue testigo de la llegada del hombre a la Luna, una radio con muchos boletines a sus espaldas, unas gafas, de pasta blanca y enormes, dejadas, como por casualidad en una mesita junto a una lámpara… Y es que la iluminación, cálida y acogedora, es uno de los puntos fuertes del local. Las lámparas, todas diferentes, cuentan cada una su historia, incluida la que las llevó a adornar este café. Horas y horas de búsquedas en el Rastro o en tiendas de anticuario para encontrar el elemento perfecto que encaje con el mimo con el que todo está cuidado.
Opciones muy saludables
Su menú es pequeño, pero cuidado. Para desayunar, puedes optar por una gran variedad de cafés, chocolates, tés, frappés, tartas, smoothies o batidos. Sus tostas calientes hacen las delicias de cualquiera por solo 6 euros. Como recomendación, conviene no perderse la de sobrasada con brie fundido y miel, toda una mezcla de sabores. La capa ligerísima de miel supone el contrapunto perfecto al punto picante, sin excesos, de la sobrasada. Los amantes de lo veggie no deben perderse la de hummus de cilantro y feta, fresca y ligera, cuando todavía el calor aprieta.
A la hora de la comida, sus ensaladas, que cuestan entre 8 y 9 euros, son una opción ligera y saludable. Desde las más clásicas a las más innovadoras, los aliños están perfectamente conseguidos en unas raciones más que generosas. Para completarlas, siempre puedes optar por los nachos –su mortero de aguacate te traslada al mismísimo México– o unos mejillones premium en escabeche, servidos con unas chips, cuyo sabor es propio de las patatas artesanales que los niños de los 60 compraban en cucuruchos de cartón.
Postres de quitar el hipo
Los protagonistas indiscutibles de la merienda son los dulces. Las tartas son insuperables de frambuesa, de manzana con caramelo, de limón, de superchocolate… Mención aparte merece la de zanahoria, con su bizcocho esponjoso y su glaseado generoso, sobre todo acompañada de un delicioso batido de plátano y canela, una de las especialidades de la casa.
Según empieza la noche, la carta también contempla una amplia selección de cócteles. Desde los tradicionales mojitos hasta unos Cosmopolitan que provocarían la envidia de las protagonistas de la serie ‘Sexo en Nueva York’. Como complemento, ofrecen un combinado llamado “la pareja perfecta”: una bebida alcohólica con el trozo de tarta que más combina. ¿Te animas a probar un gin tonic con un trozo de tarta de manzana y caramelo?
Los guateques más sesenteros
Los jueves, viernes y sábados por la noche, el Lolina se transforma. A los acordes de Formula V, el ambiente se revoluciona. “En la fiesta de Blas, todo el mundo salía con unas cuantas copas de más”, se escucha desde los altavoces. Y es el inicio de un guateque que provocará la nostalgia de más de uno y hará que los veinteañeros –que los hay, y muchos– puedan vivir aquello que solo conocen por las historias que han oído contar a sus abuelos.
Varios sofás y espejos rodean la pista de baile, aunque, generalmente, pocos son los que se sientan. La música impera y las canciones son coreadas por todos, porque, independientemente de la edad, ¿quién no se sabe la letra de la ya mítica “Eva María se fue”?
Esta sala también está disponible para reservas a grupos, con el fin de organizar diferentes fiestas y eventos y hacer, por ejemplo, de un cumpleaños, una ocasión que difícilmente se podrá olvidar.
Más de 10 años de historia
El local ya se ha convertido en un paso obligado en Malasaña. Creado en 2008, sus 12 años de historia le avalan. El Lolina nació de la mano de Laura Pérez. Tras muchos años de formación y pasar un periodo personal bastante complicado, se animó a abrir su primer restaurante llamado El Naranja, su sueño desde hacía años.
Pronto, se convirtió en uno de los epicentros culturales de la capital: monólogos, conciertos, exposiciones… Todo marchaba viento en popa en su vida, cuando murió su tía Lolina, alguien a quien ella quería mucho.
Cuando encontró local en el que ahora se asienta el Lolina Vintage, decidió, junto con su marido, no solo ponerse su nombre, sino decorarlo con parte de sus muebles y dándole el estilo que tanto había disfrutado su tía durante su juventud. Guateques incluidos. Todo un tributo a una persona importantísima para ella, en el que se mezcló el cariño, la nostalgia y grandes dosis de ilusión para sacar adelante el proyecto.
Vacaciones, Avocado…
No es el único que ha sacado adelante. En la misma calle que el Lolina, en el número 15, se encuentra el Vacaciones café, un chiringuito mediterráneo de playa en el centro de Madrid. El local, pese a no ser grande, es acogedor. Mesas y sillas pequeñitas de inspiración playera, aparejos de pesca colgados del techo, suelos cerámicos y, sobre todo mucho colorido, son los elementos que lo convierten en un sitio alegre y divertido que te hace regresar a tus días de sol y playa.
Además, también esta emprendedora, junto con su marido, también cuentan con el Avocado Love, un restaurante vegano y gluten free, a pocos pasos de sus otros locales. Decorado con motivos vegetales, la madera de las mesas y el mimbre de las sillas y de las espectaculares lámparas, así como su insuperable techo de cristal, dan la sensación de estar en medio de la selva. Han tratado de crear carta vegana que no sólo atraiga a los seguidores de este tipo de alimentación, sino que además pueda apetecer los más carnívoros. Y como su nombre indica: sin que falte el aguacate en todos sus platos. Una auténtica experiencia de la que no saldrás indiferente.