Ya se acaba el verano y es momento de comenzar con la rutina y volverse a poner los pantalones y camisas, pero notas que tienen más dificultad para abrocharse o para entrar. La barriga cervecera, consecuencia de los excesos estivales, es la que está haciendo que parezca que tu ropa encoge. Seguro que te has pasado con la cerveza en vacaciones.
Pero no es la cerveza la que hace que hayas almacenado unos kilitos durante este mes de descuido ni que hayas añadido una X a tu talla habitual de camiseta. Hay otras muchas razones por la que esto ha pasado y no ha sido el zumo de cebada el que te ha causado este efecto. Vamos a analizar qué hábitos has tenido para aumentar tu barriga cervecera.
1La genética influye
En este punto tenemos que dar gracias a nuestros antepasados por esta barriga cervecera y lozana que lucimos, y no al muñeco gordito de Cruzcampo. Y es que la genética influye muy potentemente en lo que nos engorda. Y esto funciona de forma diferente a cada persona.
Hay algunos cuerpos que acepta mejor las grasas saturadas y las queman sin apenas esfuerzo. Sin embargo, otros organismos las acumulan, aunque la dieta sea sana y es muy complicado perder peso. El cuerpo decide cómo almacenar las grasas y eso está influido por la genética, así que, en este punto, la cerveza no es culpable, al menos no del todo, de tu barriga cervecera.