- Con más de 40 años de historia, el Toni2 reúne a lo más variopinto de la noche madrileña.
- Impera la música en directo, con un piano bar que es el emblema del lugar.
- Está situado en el madrileño barrio de Chueca, en la calle Almirante 9.
Una auténtica juerga madrileña que se precie no puede acabar sin un: “nos vamos al Toni2”. El famoso piano bar de Chueca lleva más cuatro décadas acogiendo a lo más variopinto de la noche de la capital. Quizá su realidad cambie con el coronavirus. Habrá que ir con mascarilla, eso sí, el piano protegido por una mampara y el micrófono con funda. El escenario ha cambiado, pero la esencia es la misma.
“Aquí se viene a emborracharse, a ligar y a cantar. Y no necesariamente por ese orden”. Esta frase mítica ya de uno de sus pianistas define muy bien la esencia de un local ecléctico, en el que se juntaban jóvenes que apuraban la noche con jubilados que ya son habituales del piano. Los guardias de la puerta vigilan, en todo caso, que los excesos no perturben la paz del local. En el Toni2 no deja pasar a sinvergüenzas. Al menos a sinvergüenzas sin educación y modales.
En Chueca
Situado en la calle Almirante 9, las colas en la entrada son ya una estampa habitual para los vecinos del barrio. De manera ordenada, pese a que el alcohol impera, el Toni2 es un encuentro de gentes de cualquier lugar de la sociedad, un kilómetro cero de edades y estratos sociales. Una mezcla entre lo elegante y lo kitsch, de una finura con una canallería que solo entiende quien ha pisado el Toni2.
“Entre las muchas cosas que pueden sorprender a un cliente la primera vez que entra en Toni2, una muy destacable es la increíble variedad de personas que se dan cita en su salón. Conforme avanza la noche, amigos de edad y condición muy diferentes completan y renuevan el ambiente”, dicen los dueños. Y es verdad. El Toni2 forja amistades para toda la vida. O romances. Quién sabe.
Música de todos los géneros
Su barra se ha convertido en todo un emblema: su acolchado clásico, con capitoné y maderas nobles, sus posavasos con el logo del local y sus camareros con la pajarita siempre derecha, que lo mismo sirven un cubata que unas salchichas al vino para empapar los excesos de los clientes. Los destilados, bien puestos y en copas que recuerdan a los dobles de cerveza, se sirven en esa misma barra que se sostiene sobre una moqueta antigua llena de alegría y de penas, de risas, de políticos, actores o madrileños alérgicos a madrugar, aunque siempre con un elemento común: la música.
Y es que si hay una protagonista absoluta en el Toni2 es la música. Pero no de la que sale de un CD. Música en vivo, con el piano siempre a punto, de la mano del valiente que se atreva a tomar el micrófono –afinar aquí es lo de menos–, y coreada por el resto de los clientes del bar. No es, sin embargo, un karaoke, palabra que mancilla el verdadero espíritu del bar. Es volver a los orígenes de la música, vivirla con emoción. “Toni2 no es un karaoke. Aquí no existen los monitores de televisión, las letras sobreimpresas o los cuadernos con la lista de temas que se puede cantar”, insisten ellos mismos.
El público manda
“La magia que caracteriza a nuestras noches procede de un cóctel, decantado durante décadas, que mezcla tres ingredientes: la espontaneidad por parte de los amigos que se lanzan a cantar con nosotros; la generosidad el público, que sabe combinar el disfrute del ambiente con el respeto a los participantes; y, cómo no, la destreza de los maestros, cuyo repertorio y buen hacer permite acompañar todo tipo de temas, sea cual sea su estilo musical, tonalidad o características. Sólo es preciso, cómo no, que el cantante conozca bien la canción que desea interpretar. El resto es cosa nuestra”, continúan.
Tampoco se programan los temas. Surgen según el momento, según transcurre la noche. La improvisación está a la orden del día. Un bolero de Ravel. Una de Sabina. O Raphael. O un chotis. De la Piquer a Manzanero, de Los Brincos a Bonnie Tyler, de Monti a Henry Mancini. No hay un género que no tenga cabida. La magia de la madrugada la para mucho y cada actuación acaba envuelta en un aplauso. Dicen que la propia Soraya Saénz de Santamaría se arrancó con una canción de Rocío Jurado. «Si quieres que tu bar sea famoso, dame el micrófono«, le dijo al pianista. Y se lanzó a cantar “Como una ola”.
40 años de historia
El Toni2 nació en 1979 como consecuencia del éxito de su hermano mayor, el Toni1, en la esquina de Lagasca con Maldonado. El primer local fundado por Don Antonio Tejero Cadenas era, sin embargo, una cafetería en la que las porras del desayuno se podían empalmar con cañas a medio día y el piano de cola por las noches. Creció con el ‘destape’, ofreciendo espectáculos de vedettes que hacían las delicias de los madrileños. Cerró al poco tiempo, pero el segundo local, como contrapunto a la ‘Movida’ que burbujeaba en Malasaña, nunca ha cerrado. Salvo en Nochebuena y Nochevieja. Y por el coronavirus, evolucionando al margen de modas, como un cóctel que se abstrae al tiempo.
En el local, están escritos unos versos dedicados al gran Toni y en los que se mezcla, una vez más, el pasado y el presente: “Soplaban vientos del sur, cuando el veinte demediaba, y un caballero andaluz, en Madrid sentó su plaza”. Ahora, solo queda esperar a que en la nueva normalidad pueda seguir, una vez más, ofreciendo algo más que lo que puede entregar una cafetería o una discoteca: una casa, un refugio para los más crápulas, una mezcla de historias vividas impregnadas en sus cuatro paredes. Y las que todavía quedan. Nadie mejor que Lucas Vidal pudo definir al local en su discurso en los Premios Goya: «¡Esta noche al Toni2!».