La recuperación completa del empleo en México será lenta a pesar de los repuntes registrados en julio, debido a la «modesta» respuesta del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en materia laboral, según advierte la agencia de calificación Moody’s.
La firma indica que el mercado laboral del país norteamericano se encuentra en una posición débil que ha llevado a una rebaja constante del empleo formal desde la segunda mitad de 2018, lo que ha provocado un descenso en la confianza empresarial y en la inversión.
«La recuperación de empleos en México tomará mucho más tiempo que en Estados Unidos, donde el Gobierno ha desplegado un fuerte gasto para apoyar el empleo», indica la agencia.
Además, Moody’s señala que la respuesta de las autoridades aztecas en materia de empleo ha sido modesta no solo en comparación con Estados Unidos o Canadá, sino con otros países como Brasil o Chile, que han desplegado acciones sustanciales para impulsar los ingresos familiares y frenar la sangría de puestos de trabajo.
La compañía apostilla que dado el escaso tamaño de la fuerza laboral del país, en proporción con el número de ciudadanos, hará que disminuya el número de trabajadores disponibles en el país, lo que impactará de manera negativa en la productividad y los ingresos familiares del país.
De su lado, Gersan Zurita, vicepresidente de Moody’s, ha manifestado que la pérdida de empleos formales será más evidente en la industria manufacturera y el turismo, lo que afectará a la demanda de otros sectores más dependientes del consumo como la vivienda o los bienes duraderos.
«Mientras que el reinicio de labores y la recuperación económica de Estados Unidos beneficiarán al sector manufacturero, no es factible que el sector del turismo se recupere hasta que exista una vacuna o tratamiento efectivo para el virus que se encuentre ampliamente disponible», añade Zurita.
Moody’s añade que la pérdida de empleos contribuye a la menor recaudación de ingresos propios de los estados mexicanos en 2020, con una caída estimada de la recaudación fiscal de entre el 1% y el 14%, aunque reconoce que la reducción de ingresos será manejable si se considera que las transferencias federales representan la parte principal de sus ingresos.
Por último, la calificadora señala que la contracción del empleo expone las carteras de crédito al consumo de los bancos a un mayor deterioro de la calidad de activos, provocando que estos disminuyan su «apetito de riesgo» por estos créditos de mayor rendimiento, aun a expensas de la disminución de su rentabilidad.