El Centro Botín acoge hasta mediados de marzo de 2021 la exposición ‘Arte y arquitectura: un diálogo’, que entabla una conversación con el edificio de Renzo Piano, convertido desde su apertura en icono y punto de referencia del Paseo Marítimo de Santander.
Además, aborda la relación que los artistas mantienen con el espacio en el que presentan sus obras, cómo se apropian del espacio expositivo y arquitectónico, indagando en la influencia de la arquitectura en el arte y ofreciendo reflexiones sobre cómo la arquitectura conforma las vidas y articula la interacción social, según informa el Centro Botín en nota de prensa.
La muestra reúne una selección de obras de artistas que en su día dirigieron un Taller de Artes Plásticas de la Fundación Botín y expusieron sus trabajos en Santander, junto con piezas creadas por antiguos beneficiarios de la Beca de Artes Plásticas que concede la Fundación.
Se trata de obras de Leonor Antunes, Miroslaw Balka, Carlos Bunga, Martin Creed, Patricia Dauder, Fernanda Fragateiro, Carlos Garaicoa, Carsten Höller, Julie Mehretu, Jorge Méndez-Blake, Muntadas, Juan Navarro Baldeweg, Sara Ramo, Anri Sala y Julião Sarmento.
El Centro Botín es uno de los espacios de arte más recientes de los ideados por Renzo Piano, cuyo catálogo incluye el Whitney Museum of American Art en Nueva York, la Fondation Beyeler en Basilea o (en colaboración con Richard Rogers) y el icónico Centre Pompidou de París.
Además, la Fundación Botín está trabajando en un catálogo que se publicará como complemento a la exposición y que estará compuesto por textos en los que los propios artistas narran su relación con la arquitectura.
RECORRIDO EXPOSITIVO
La exposición se sitúa en la segunda planta del Centro y se divide en dos espacios separados por una pared abierta que crea el ritmo expositivo. Mientras en la primera sala se encuentran las obras en dos dimensiones, en la segunda son en tres, reflejando así la idea de la arquitectura como objeto y como sujeto.
Muchas de las obras presentes beben en lo formal de la filosofía del minimalismo. En muchos casos los artistas trabajaron únicamente el concepto, dejando que otros asumieran la tarea de crear físicamente las obras.
Es el caso de Seven Sliding Doors Corridor, de Carsten Höller, que se vale de materiales y de mecanismos electrónicos para generar una experiencia física prototípica de la modernidad. La pieza consiste en un pasillo con siete puertas correderas y una superficie de espejo en varios niveles de opacidad o transparencia, pudiendo así ver de dentro a fuera o de fuera a dentro.
La sala también alberga No Window No Cry (Renzo Piano & Richard Rodgers, Centre Pompidou, Paris) de Anri Sala, que consiste en una réplica a escala real de un ventanal del famoso museo parisino en el que se presentó inicialmente esta pieza. Colocada delante del ventanal del edificio, establece una relación entre el ventanal del primer museo diseñado por Renzo (Centre Pompidou) y uno de los más recientes (Centro Botín).
Por su parte, la estructura hueca de forma triangular de Miroslaw Balka, 196 x 230 x 141, sugiere la entrada a otro espacio, a una mina, con la bombilla desnuda que ilumina su interior apagándose en cuanto el visitante se aproxima para introducirse por un pasillo que se estrecha.
La obra de Jorge Méndez-Blake recurre a ladrillos en Desde el fondo de un naufragio para edificar dos estructuras en forma de torre que escenifican con teatralidad un libro de poesía simbolista, y funcionan como una especie de desproporcionados sujetalibros.
Algunas obras de ‘Arte y arquitectura: un diálogo’ remiten a la tradición de la pintura al fresco y la escultura monumental.
Por ejemplo, Carlos Bunga en Intento de conservación ha elegido albergar una pintura tridimensional sobre cartón en una vitrina empotrada en la pared de la sala, mientras Sara Ramo hace una referencia a la arquitectura con dos obras que aluden formalmente a las artes decorativas: Intratable (tributo a Ivens Machado), una columna de proporciones monumentales; y Hendija, que consiste en una ranura en la pared donde la artista inserta objetos coleccionados por ella misma.
La pieza mural de Martin Creed, Work No. 2696, genera una distorsión perceptiva del espacio mediante pintura de colores y espejos, dos materiales tradicionalmente utilizados en las artes decorativas. Aunque ocupa el espacio de forma minimalista a nivel visual, esta pieza es «impactante» por la doble presencia de la pintura en sí y su reflejo en el espejo.
Para crear All of a Tremble (Encounter I), Anri Sala se inspiró en la producción semi-industrial de papel pintado para fabricar un instrumento musical, realizado de hecho con unos cilindros de impresión como los que antiguamente se empleaban para crear los diseños de los papeles. La pieza es una pared cubierta de papel pintado que obstaculiza la visión de la ciudad.
La estructura diáfana y suspendida del entramado de metal de la obra Discrepancies with Oaxaca textile II, de Leonor Antunes, se inspira en diseños de tejidos tradicionales de Oaxaca (México). Aunque es un elemento decorativo, al mismo tiempo tiene presencia arquitectónica.
Por su parte, la pieza de Patricia Dauder, Floor, consiste en una especie de parqué que se relaciona directamente con la arquitectura del espacio. El parqué es un suelo que está arrancado del lugar donde tendría su función y, por tanto, hay un desplazamiento que lo transforma en escultura.
Por otro lado, las piezas de Julião Sarmento se inspiran en los arquitectos del Movimiento Moderno, ya que él mismo fue estudiante de arquitectura antes de decantarse por el arte. En este caso, la pieza Neutra Blue Lilies hace referencia en su título al arquitecto austríaco Richard Neutra, que contribuyó a modelar el paisaje de Los Ángeles como meca de un estilo de vida relajado y en contacto con la naturaleza.
Carlos Garaicoa, que también cursó estudios de arquitectura, recurre a ella para reflexionar sobre el «estado de decrepitud» que se vive en Cuba, su país de origen. En La palabra transformada (I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII), combina la estructura arquitectónica de las vallas publicitarias con el lenguaje de la propaganda, y crea unos collages que restituyen a unos edificios ruinosos su integridad.
Juan Navarro Baldeweg, el único que se ha dedicado a la arquitectura como profesión, ha llevado a cabo en paralelo una investigación formal en el ámbito de las artes plásticas. Sus dos obras Habitación plata con figura y Habitación roja con figura plantean una temática que se asemeja más al plano arquitectónico que a un espacio real de habitación.
Un enfoque parecido, aunque más conceptual, da forma a la obra de Fernanda Fragateiro, cuya instalación consta de tres elementos: Elevation (Quiet Side); Ordinariness and Light, after Alison and Peter Smithson; y Blue Window, todos ellos alusivos al proyecto social de los ‘Robin Hood Gardens’, de Alison y Peter Smithson: un edificio que inicialmente fue emblema de la utopía moderna y que acabó ejemplificando sus defectos.
Ese enfoque crítico de la arquitectura como constructo alimenta también la obra de Muntadas. Cercas (Fences / Rejas), es una serie de 12 fotografías que muestra los accesos enrejados a viviendas de zonas residenciales de São Paulo y plantea una reflexión sobre la forma en la que, al intentar mantener sus propiedades a salvo de extraños, los ciudadanos acaban amurallándose.
También Julie Mehretu reflexiona sobre la importancia de la arquitectura como marco de estructuras e interacciones sociales. La artista ha hecho frecuentes referencias en su trabajo a la arquitectura, usando dibujo técnico y siluetas de edificios como base de muchas de sus composiciones. Epigraph, Damascus es un políptico de grabados que forma parte de un corpus de obra de Mehretu sobre la destrucción producida por la guerra civil en Siria.