El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont ha acusado este jueves al Estado de haber optado por la «confrontación» y no por la negociación con Catalunya, y que ello se evidencia en la situación que vive él y algunos exconsellers en Bélgica, en la de los presos independentistas y en la apertura de diversas causas judiciales contra el independentismo.
Así lo ha manifestado en la presentación del segundo volumen del libro ‘M’explico’ (La Campana) bajo el título de ‘La lucha en el exilio’, escrito por el periodista Xevi Xirgo, y que ha presentado el exdiputado en el Parlament y periodista también Albano-Dante Fachín, acompañado de la líder de JxCat en el Ayuntamiento de Barcelona, Elsa Artadi.
Según Puigdemont, el independentismo puede responder de dos maneras ante la actitud del Estado: «Bajando la cabeza, como es demasiado bestia me voy a casa, o responder a nuestra manera. Debe ser inteligente, porque no tenemos la fortaleza de los fondos reservados y las tramas que se están descubriendo para atacar a los adversarios».
«Lo tenemos que hacer con inteligencia», ha defendido de nuevo el actual eurodiputado, que ha reivindicado que así lo hicieron en el 1-O, cuando consiguieron presentarse a las elecciones europeas, y con la sentencia de la justicia belga que rechaza la extradición del exconseller Lluís Puig, entre otros episodios.
Según Artadi, que Puigdemont esté «en el exilio, en sí mismo, ya es una confrontación inteligente, porque no lo pueden ignorar» desde el Estado.
Para Puigdemont, «el exilio se ha distorsionado y hasta silenciado muchas veces», y considera que es un tramo de su vida más desconocido en relación a cuando estaba al frente de la Generalitat.
«HERRAMIENTA DE LUCHA EFECTIVA»
«El exilio fue muy incierto al principio, de una precariedad que es difícil imaginar, pero ha sido una herramienta de lucha efectiva. Con pocos recursos, pero ha logrado una gran presencia», ha defendido Puigdemont, pese a admitir que es una etapa de su vida cargada de dolor.
También ha cargado contra la jerarquía católica española, a la que ha acusado de importarle «cero el sufrimiento de familias cristianas» y de querer quedar bien y complacer al poder, y ha confrontado su papel con el ejercido por los recientemente fallecidos Pere Casaldàliga y el sacerdote Manel Pousa, conocido como el pare Manel.