La infancia son poco más que recuerdos. Una vez que superamos aquellos años mágicos, felices, nos quedan impregnados en la mente fogonazos, imágenes sueltas. Un día en la playa, un cumpleaños, la casa de los abuelos…La memoria, a edades tan tempranas, no tiene el desarrollo suficiente para hilar grandes relatos u ordenar acontecimientos. Es como abrir una caja llena de fotografías. Te vas encontrando cosas, sin saber muy bien a qué corresponde cada una.
Y dentro de esa caja de fotografías nos encontraremos seguro con objetos. Objetos que tal vez no recordamos dónde haberlos visto, cuando, ni con quien. Pero recordamos su forma, nos son familiares los colores, unas letras…Forman parte, en definitiva, del nebuloso paisaje de la memoria infantil.
Cada generación atesora en su memoria un paisaje singular, poblado de especies únicas. Nuestros abuelos recordarán aquellos primeros televisores, nosotros las game boys antiguas, los tamagotchi…Aquí va un viaje por esos objetos que se nos quedan impregnados en los recuerdos de infancia.
8Mecano
Esta fue la verdadera escuela de los ingenieros que acaban de empezar su carrera hace pocos años. Ni facultades, ni politécnicas ni nada. El Mecano entretuvo las horas muertas de los niños más curiosos y manitas de mi generación. Era un juego difícil, que invitaba a tirar la toalla a los pocos minutos. Eran necesarias buenas dosis de paciencia para sacarlo adelante.
¿Quién no recuerda aquellos maletines de plástico negro, llenos a rebosar de piezas minúsculas? El equivalente para las nuevas generaciones tal vez sea el Minecraft y su construcción por bloques.