El acusado, que permanece en la prisión de Zuera (Zaragoza), declarará este martes
El segundo juicio contra Rodrigo Lanza por la muerte violenta del zaragozano Víctor Laínez, ocurrida el 12 de diciembre de 2017, ha comenzado en la Audiencia Provincial de Zaragoza este lunes con una primera sesión en la que las acusaciones particular y popular han vuelto a pedir 25 años de prisión por asesinato, mientras que el abogado de la defensa, Endika Zulueta, ha considerado a Lanza «no culpable» de asesinato. El acusado declarará este martes.
La magistrada, María Josefa Gil, ha admitido todas las pruebas presentadas por las partes, algunas nuevas por parte de los letrados de la acusación particular, Enrique Trebolle y José Luis Melguizo. La presidenta del tribunal ha llamado la atención en varias ocasiones a un miembro del jurado que ha interrumpido la sesión para hablar y valorará si lo reemplaza por uno de los dos suplentes previstos. Además, ha permitido, a petición de la defensa, que Lanza asista al juicio sin esposas.
El abogado Enrique Trebolle ha presentado una nueva prueba, un TAC neurológico realizado a Laínez por dos especialistas de Zaragoza los días que estuvo ingresado antes de fallecer y que muestra las heridas cerebrales sufridas por la víctima. También ha aportado varias fotografías en las que Laínez aparece junto con «personas de color» y otras en las que Lanza está vestido de una forma «radicalmente diferente» a la actual.
POSIBLE ALEVOSÍA
La fiscal ha resumido su versión de los hechos ocurridos en la noche del 8 de diciembre de 2017, cuando Lanza y Laínez discutieron, golpeando el primero a la víctima en varias ocasiones, causándole la muerte, que se produjo en el Hospital Clínico de Zaragoza cuatro días después.
«El acusado cometió el crimen del que se le acusa: un delito de asesinato», ha afirmado la fiscal, quien ha recalcado que Lanza causó la muerte a Laínez «de forma intencionada» cometiendo un «ataque a traición, con alevosía» siendo el móvil «los motivos ideológicos».
Ha expuesto que Lanza entró en el bar ‘Tocadiscos’ de la capital aragonesa en la fecha señalada en compañía de tres amigos y dentro se encontraban el propietario del establecimiento, un grupo de cuatro o cinco jóvenes y «un señor sentado tranquilamente en la barra del bar, Victorino Laínez».
Uno de los amigos de Lanza identificó a Laínez y realizó a Lanza «una serie de comentarios relativos a su ideología» de «ultraderecha», también que solía llevar unos tirantes con la bandera española, que «ese día llevaba». «Esos comentarios molestan mucho a Lanza, de ideología contraria», quien decidió «aproximarse» y llamó «fascista» a Laínez, espetándole que La Madalena, el barrio donde se encuentra el bar, es «antifascista», a lo que –según la fiscal– Laínez le respondió que era «un sudaca» y le exigió que volviera a Chile, su país natal.
Cuando Lanza y sus amigos deciden abandonar el local, «Victorino decide ir tras ellos» y «vuelve a tener un enfrentamiento con Lanza» para, «al cabo de pocos instantes», volver al establecimiento y dirigirse «tranquilamente» a su banqueta.
«Instantes después, entra bruscamente Lanza», que «se abalanza» sobre Laínez y «le propina un fuerte golpe en la parte trasera de la cabeza», quedando la víctima semi-inconsciente, quien cae al suelo. Sin embargo, «lejos de desistir de su intención de agredir», Lanza «comienza a propinarle patadas en la cabeza», se agacha y le desfigura el rostro «a puñetazos». Algunos testigos «le dicen que pare, que lo va a matar», ha añadido la fiscal.
A continuación, siempre según el relato del Ministerio Fiscal, Lanza se colocó su abrigo y su mochila, cogió su bicicleta y se marchó del lugar: «se desentiende del estado de la víctima». La fiscal ha hecho notar que el acusado «no confiesa su crimen ni se presenta voluntariamente» en sede policial, sino que «se le detiene en la calle» tres días después.
La fiscal ha considerado que todos los golpes contribuyeron a matar a Laínez y que Lanza originó el conflicto «desde el principio», haciendo notar que «hay personas que necesitan de muy poco para llevar a cabo determinados actos». No ha descartado que Lanza utilizara algún objeto para golpear a la víctima.
ACUSACIONES
En representación de la familia, como acusación particular, el abogado José Luis Melguizo ha criticado que «a la víctima se la ha criminalizado y al criminal se le ha victimizado». Ha señalado que Laínez «se relacionaba con todo tipo de gente» en La Madalena, el barrio en el que vivía y que «facilitó muchos empleos» a personas de raza negra.
De Lanza ha dicho que ahora «parece un infantico del Pilar», aunque «le quitó la vida a Laínez» y, años atrás, «dejó tetrapléjico a un policía en Barcelona» y también vivió como «okupa», tras lo que le ha calificado de «persona violenta» y afirmando que «se propuso quitarle la vida a Laínez y se la quitó».
Melguizo ha comentado que Laínez medía 1,90 metros y pesaba unos 120 kilos, tras lo que ha indicado que Lanza le fracturó el peñasco –un hueso del oído– con un golpe inicial, aunque «si se hubiera marchado, Víctor estaría vivo».
Para el letrado de la acusación particular, Lanza estaba «invadido por el odio, por la violencia». Melguizo ha negado validez al «miedo insuperable» porque «el motivo es ideológico» y el ataque fue «alevoso».
El abogado de Vox, David Arranz, en representación de la acusación popular, ha afirmado que «se ha criminalizado a la víctima y victimizado al verdugo». Ha destacado que Laínez estaba tomando una cerveza «tranquilamente» y Lanza se dirigió a él «en tono chulesco y amenazante» por «animadversión» hacia «las personas que considera sus enemigos».
En opinión de Arranz, Lanza actuó así «por odio o motivos ideológicos y politicos», «seguramente» llevaba «un objeto contundente a modo de arma» y «se ensañó con la víctima», por lo que «se trata de un asesinato casi de libro».
El letrado que representa a la Comunidad Autónoma ha pedido una indemnización para la sanidad pública aragonesa y ha manifestado su intención de «coadyuvar a la defensa de la legalidad».
PÁNICO
En representación de Lanza, el abogado Endika Zulueta ha observado que, durante los tres años en que el acusado ha estado preso en Zuera «no ha tenido ningún enfrentamiento con nadie» y ha pedido al jurado que valore el caso con «imparcialidad», invitando a sus miembros a «dudar de todo y ver si las cosas pueden ser de otra manera».
«Las cosas pasan por algo», ha aseverado Zulueta, añadiendo que «este hombre puede ser el autor de los hechos y ser declarado no culpable», rechazando el «relato simple» que, a su juicio, han realizado las acusaciones sobre «un asunto extremadamente complejo».
El abogado defensor ha continuado indicando que Lanza llevaba «una vida ordenada» en la época en que ocurrieron los hechos. El 8 de diciembre de 2017, Lanza entró en el establecimiento con unos amigos, uno de los cuales le comentó que Laínez llevaba, a veces, los tirantes con la bandera nacional y que «es fascista».
«Parece que él –Lanza– se acercó a Víctor», quien le dijo «vete a tu país», a lo que el acusado respondió «tú eres un racista, un fascista» y «la conversación se acaba», tras lo que sus amigos «se lo critican» y «les entra la neura» al ver a Laínez manejando su teléfono móvil; «y se van». «¿Qué hubiera pasado si –Laínez– no va detrás de ellos?», se ha preguntado Zulueta, quien ha subrayado que «la navaja la han visto dos personas, el objeto –que llevaría Lanza– nadie lo ha visto».
«Rodrigo tuvo pánico», ha asegurado su abogado, quien ha añadido que cuando siguió golpeando a su víctima lo hizo «con ese primer pensamiento de que estaba en juego su vida», considerando que la versión de las acusaciones «chirría por todos los lados» y que «no hay un motivo político». Se ha remitido a un informe psicológico para afirmar que Lanza «mentalmente está sano».