Fitch apuesta por que la posible fusión entre CaixaBank y Bankia desencadene una nueva oleada de consolidación en el sector bancario español, ya que el potencial panorama resultante requeriría que el resto de entidades ganasen escala o fortalecieran sus modelos de negocio y franquicias para poder continuar siendo competitivos.
En caso de que la operación entre CaixaBank y Bankia salga adelante, la brecha de tamaño entre las entidades financieras se ampliará en gran medida, generando consecuencias «muy importantes» en las posiciones competitivas.
El grupo combinado alcanzaría unos activos totales de unos 665.000 millones de euros, de los que CaixaBank (‘BBB+’ con perspectiva negativa) representaría dos tercios y Bankia (‘BBB’ con perspectiva negativa) un tercio.
De hecho, ampliaría considerablemente la brecha con los dos principales bancos, Santander y BBVA, en términos de escala nacional y cuota de mercado en determinadas regiones del país y segmentos comerciales, incluyendo el negocio hipotecario.
No obstante, Fitch subraya la poca diversificación internacional de la combinación en comparación con la que cuentan tanto la entidad presidida por Ana Botín como la que capitanea Carlos Torres.
La firma de calificación recuerda que la necesidad de consolidación en el sector no es un tema nuevo, ya que la rentabilidad de los bancos españoles se ha visto bajo presión durante los últimos años por los bajos tipos de interés, la moderada demanda de crédito, el aumento de los costes regulatorios y la necesidad de invertir en digitalización.
Además, actualmente se dan dos nuevos factores que podrían allanar también el camino para que la consolidación bancaria se acelere en España y en el resto de Europa: las consecuencias económicas de la pandemia del coronavirus que debilitarán más a los bancos y la voluntad del Banco Central Europeo (BCE) de flexibilizar algunas condiciones para acometer estos procesos, incluyendo la no exigencia de ratios de capital más elevadas para el grupo resultante.
En el lado negativo, Fitch advierte de que las fusiones y adquisiciones podrían verse obstaculizadas por las dificultades para pronosticar la calidad de los activos de las entidades debido a la incertidumbre sobre la trayectoria futura de la crisis sanitaria y la rapidez de la recuperación económica, y sobre la eliminación de las medidas de apoyo a clientes por parte de los gobiernos.