Pese a ser una de las noticias más revelantes del año, lo cierto es que Fernando Alonso aún no piensa en su regreso a la Fórmula 1. Esto es, sobre todo, porque el piloto asturiano quiere cumplir escrupulosamente su calendario deportivo para no desconcentrarse. O mejor dicho; el reto al que más tiene todo en su sitio más enfocado: las 500 milas de Indianápolis y la Triple Corona.
Una carrera histórica que se presenta como la gran baza del de Oviedo antes que cualquier otra cita de competición. Por lo tanto, todos sus esfuerzos estarán centrados hasta el próximo 23 de agosto con una preparación y concentración intensa para la que será la carrera que tendrá a todos sus seguidores en vilo. Además, el piloto, que correrá con el equipo Arrow McLaren SP, tiene a un solo golpe lograr el hito de la Triple Corona, el logro más grande del automovilismo. Damos un repaso por la cita y por los pilotos que pelearon por el honorífico.
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Con todo, Fernando Alonso puede hacer historia si gana las 500 Millas de Indianápolis, puesto que sería el primer piloto en lograr la Triple Corona desde el año 1972, con Hill antes mencionado. Por lo que además del británico, nadie ha conseguido estas tres victorias en las tres carreras que todo piloto querría ganar. Sin embargo, otro piloto que estuvo parcialmente cerca de hacerlo fue Jim Clark.
El escocés volador, como así era concido el bueno de Jim, fue el piloto por antonomasia de los años 60, aquel al que todos temían, y seguían, allá donde fuese. En su búsqueda por la excelencia, Clark se dejó ver por Le Mans en los primeros años de su carrera, siendo tercero en 1960, y sus seis participaciones en Mónaco apenas se saldaron con un cuarto puesto en 1964 como mejor resultado.
No obstante, y con dos mundiales de Fórmula 1 en su poder, él también intentó el sueño de una hipotética Triple Corona después de haberlo intentado sin éxito en las 24 horas de Le Mans. Por lo que en una de sus pocas citas en la mítica pruba estadounidense, Jim Clark ganó las 500 millas de Indianápolis en 1965 tras haber terminado segundo en el año 1963 antes de volver a su búsqueda en 1966, también siendo segundo. Así, y pese a no haber conseguido la victoria en Le Mans ni en Mónaco, dejó una huella indeleble entre los aficionados y rivales americanos antes de su muerte en Hockenheim en 1968.