Un hombre y una mujer tiene preferencias por determinadas cosas. Constantemente toman decisiones impulsadas por algo que les gusta. Por ejemplo, si quieres comer un postre, automáticamente puede venir a la mente una barra de chocolate. Si quieres escuchar una música, se podría elegir el género del reggaetón (hay una de Rosalía que se llama Con Altura que circuló por todo el mundo). David Linden, profesor de Neurociencia en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, explica que el ser humano nace programado para hacer determinadas cosas como: comer, tomar agua o tener relaciones sexuales. Sin embargo, enfatiza que muchas de las cosas que hoy nos gustan estuvieron determinadas por la experiencia individual, lo que se traduce a que si un niño nace en México, lo más seguro es que le guste el chile.
Hasta este punto, se tiene claro que hay dos factores que podrían determinar el gusto por algo: lo que ya está determinado en nuestra programación y lo que vamos aprendiendo. Otros estudios apuntan que hay una parte en el centro del cerebro que se activa cuando siente placer: la belleza, el cuerpo de una mujer, la música. Independientemente de qué es lo que lo genera, la zona activada siempre es la misma.
Se puede decir que el placer es un motivador para elegir o no algo, pero ¿qué aumenta su intensidad?, justo aquí entra el neurotransmisor conocido como la dopamina. No creerás lo que es capaz de hacer.
Dopamina
La dopamina presente en el centro del cerebro genera placer. Si se suprime o elimina este neurotransmisor entonces se resta la capacidad de sentir esa atracción por algo. Lo que todavía se considera un misterio es el porqué la liberación de dopamina en esta zona del cerebro genera placer.
Dicho esto, los especialista manifiestan que el placer llega en tres fases:
Primera fase, deseo: anticipación, anhelo y ansias
Segunda fase, período de gusto: el disfrute de la comida, el vino, el sexo, la película o la metanfetamina.
Finalmente la saciedad: el período de la satisfacción.
Es por ello que se ven personas que sienten un gran placer con solo ver películas, un anhelo que los lleva a querer terminar las responsabilidades laborales rápidas para disfrutar de lo último que sacó Nétflix.
La extraña opinión de David Linden
David Linden, profesor de Neurociencia en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, manifiesta que las autoridades quieren regular lo que le gusta al ser humano, lo que le hace sentir placer. Indica que este último determina el comportamiento y generaría un caos total dar grandes dosis de lo que genera esa atracción.
Apunta que eso explica las restricciones de ciertos vicios y modos de vida: la droga, alcohol, homosexualidad y las relaciones sexuales fuera del matrimonio.
«Yo creo que les preocupa mucho nuestros placeres porque son los que rigen nuestra conducta. Son muy fuertes. Para estas instituciones eso representa una amenaza pues las cosas que son altamente placenteras puede alterar el orden establecido», enfatizó el experto.
Nada de amarguras
David Linden sigue señalando que parece que el ser humano está programado para evitar el sabor amargo. Una explicación a esto, puede ser que la gran mayoría de las cosas amargas en la naturaleza son tóxicas. Señala que esto explicaría por qué un niño rechaza las comidas con este sabor (algunas madres deben estar disculpándose con sus pequeños porque los obligan a comer espinacas). A medida que el individuo crece, logra discernir que algunas cosas hay que ingerirlas porque aportan nutrientes que el cuerpo necesita.
Se puede observar que la elección de eso que te gusta está determinado -en parte- por sustancias dentro del organismo humano que generan placer. Se entiende que ciertas cosas son más atrayentes que otras: belleza, música, sexo y alimentación
Este análisis obliga a repetir la pregunta realizada en párrafos atrás, qué pasaría si al ser humano se le da grandes dosis de eso que desborda su placer- coincidiríamos con el doctor- se altera el orden establecido.
El dolor, ¿te gusta?
Es raro creer que una persona siente placer a través del dolor por ejemplo, un sadista inflingiéndolo y un masoquista recibiéndolo. Sin duda, hay mucha rareza en la humanidad. Aún no hay explicación del porqué el individuo siente gusto por ciertas prácticas sexuales, pero tanto el dolor como la alegría convergen en lo siguiente:
«Ambos son indicadores de algo que es importante, significativo. Nos dicen: ‘¡préstale atención a esto! ¡guárdalo en tu memoria porque esto es algo que necesitarás recordar más adelante!‘», dejó claro el profesor de Neurociencia.
Fernando Buen Abad habló sobre lo que te gusta
Como último punto existe un artículo muy interesante de Fernando Buen Abad, filósofo mexicano sobre el dominio que han ejercido grandes empresas sobre las humanidad con solo satisfacer y darte lo que te gusta. Comienza con la siguiente frase inspirada en el libertador venezolano Simón Bolívar «por nuestros gustos nos han dominado más que por la fuerza.
Plantea que se han hecho grandes sumas de dinero por hacerle comprar ciertos juguetes bélicos a los niños, por adquirir determinadas sustancias que envician al individuo y por pasar horas viendo televisión.
Se hace la pregunta del porqué se elige lo que se elige y se responde con otras preguntas, ¿lo que nos gusta o disgusta proviene de lo que nos enseñaron en casa, en la escuela, en el trabajo, en la iglesia o en la tele? y ¿nos “gusta” sólo aquello que conocemos o lo que desconocemos también, nos gusta lo que les gusta a todos o lo que nos hace distintos?.
Lleva a pensar al individuo que las ganas de satisfacer el placer, en parte, lleva al ser humano a elegir una cosa sobre la otra. Tus gustos, te impulsan a actuar. Es por ello que los que logran identificar lo que a ti te gusta pueden influenciar sin duda tus acciones, pero esto último solo es una opinión, ¡será hasta la próxima!