El Papa ha reivindicado el camino de la solidaridad para salir de la pandemia en la primera audiencia general en la que se ha reunido con fieles, tras seis meses de aislamiento en los que ha celebrado esta cita pública en la sala de la biblioteca apostólica, acompañado solamente de los sacerdotes que traducen la catequesis.
«Solo siendo solidarios podremos salir adelante, pues de lo contrario surgen desigualdad, egoísmos, injusticia y marginación», ha manifestado el Santo Padre en su saludo a los peregrinos presentes de habla española. Asimismo ha hecho hincapié en que todos, como miembros de la misma familia humana, están «conectados en el bien o en el mal» lo que crea una «interdependencia» a nivel global.
Y ha añadido: «para no repetir el drama de la Torre de Babel, que generó solo ruptura y destrucción a todo nivel, el Señor nos invita a radicarnos en el acontecimiento de Pentecostés, donde el Espíritu Santo inspira la fe de la comunidad unida en la diversidad».
De este modo el Papa ha dejado claro que la solidaridad es «el único camino posible hacia un mundo post-pandemia, y el remedio para curar las enfermedades interpersonales y sociales que afligen a nuestro mundo actual».
El Vaticano ha decidido así retomar el contacto entre el Santo Padre y los fieles, pero en vez de celebrar la catequesis en la plaza de San Pedro como suele ser habitual, ha tenido lugar en el patio de San Dámaso, adonde acceden los jefes de Estado y de Gobierno de visita oficial con el pontífice.
Se trata de un espacio más reducido y con menor capacidad para coger fieles al aire libre. Se calcula que en torno a quinientas personas han presenciado en directo la audiencia del Papa. Antes de acceder al Patio de San Dámaso, han debido pasar un control de temperatura, aplicarse hidrogel y llevar mascarillas.
Además, cada uno de los peregrinos tenía asignado un asiento, dispuesto en un gran recinto aislado, que se distanciada del de al lado con casi dos metros, de manera que las medidas de seguridad para evitar los contagios se han respetado de manera exhaustiva.
No obstante, el Papa se ha prodigado entre los fieles y ha intercambiado alguna palabra con ellos en un pequeño coche con el que ha accedido al patio de San Dámaso sin llegar a tocar a nadie ya que se ha detenido a cierta distancia de la barrera de seguridad.
Al final de la catequesis, Francisco ha convocado una jornada de oración y ayuno por el Líbano el próximo viernes 4 de septiembre, cuando se cumple un mes de las explosiones en el puerto de Beirut.