Tenía yo un compañero en el colegio que, con mucha elegancia, explicaba sus buenas notas en los exámenes diciendo que utilizaba “la enciclopedia de bolsillo”. ¿Enciclopedia de bolsillo? “Claro, esta”, y se sacaba del cinturón un diminuto rectángulo de papel en el que, con letra minúscula, había copiado dos o tres unidades. Las chuletas y el copioteo son unos de los recuerdos más tiernos que guardamos de nuestra etapa escolar.
Existen chuletas y técnicas para copiar para todos los gustos y situaciones. Las hay o menos sofisticadas, las clásicas de toda la vida y las que se apoyan en las nuevas tecnologías. Pero de lo que podemos estar seguros es de que, por más tiempo que pase, por más medidas de control que haya, por más amenazas de castigo, siempre habrá alumnos que copien. La chuleta forma parte de esa rebelión instintiva del adolescente contra el mundo y sus prioridades. ¿Estudiar yo para el examen de mañana? Mejor me hago una chuleta y así puedo quedar con la novia esta tarde.
Aún quedan unos meses para los exámenes. De hecho, no podemos saber si este año habrá exámenes tal y como los conocíamos. En cualquier caso, siempre hay varios trucos que merecen ser tenidos en cuenta para bordarlo en un examen.
1La clásica
La chuleta clásica vendría a ser la “enciclopedia de bolsillo”. Recortar un rectángulo, o un cuadrado, de papel y escribir en él como si estuviésemos haciéndolo en un grano de arroz. A la hora del examen conviene tenerla a mano pero oculta. En el bolsillo del pantalón, en el estuche, en la cajonera del pupitre, en el cinturón, entre las hojas del examen…Las chicas, si llevan falda, tienen ventaja: pueden pegársela con celo en el interior de la falda. Y solo tendrán que doblarla y desdoblarla discretamente bajo la mesa para refrescar la memoria.
No obstante, la chuleta clásica tiene sus inconvenientes. Si tu caligrafía es fea y confusa, tienes muchas posibilidades de no entender lo que escribiste. También corres el riesgo de que no te quepa en la chuleta todo lo que necesitas. Esto implicaría hacerse una segunda chuleta y, por tanto, multiplicar el riesgo.