Entrar en Internet es dejar nuestra huella digital por donde vamos pasando. A medida que vamos navegando, vamos otorgando una cantidad de datos inmensa a gente que no conocemos. Y estos datos los vamos dejando de manera voluntaria, escribiéndolos en formularios. Pero también pueden obtener información de nosotros sin nuestro consentimiento.
Toda esta información es indeleble, es prácticamente imposible que podamos borrar lo que hemos dejado y esto puede ser un problema para los que quedan cuando nosotros ya no estemos. Y es que, en internet, la muerte no significa el final y nuestros datos van a permanecer, aunque ya no nos tengamos que preocupar sobre la privacidad o la protección de los mismos.
¿Datos intrascendentes?
Sería un error pensar que nuestros datos ya no tendrán importancia una vez nuestra alma ya no esté en la tierra. Hay redes sociales como Facebook o Twitter en donde es posible crear cuentas en memoria de personas fallecidas. De igual manera, podemos decirle a Facebook que cuando muramos, no se borre nuestra cuenta y se convierta en conmemorativa. Si al dueño no le da tiempo pero da el consentimiento en vida a los sucesores, estos pueden convertirla en una de estas cuentas homenajes.
Estas cuentas suponen un alivio en momentos de duelo y son realmente un éxito, de hecho, Facebook admite que son más de 300 millones de cuentas las que existen “In memoriam” y que pertenecen a alguien que ya ha fallecido. Este número podría aumentar en los siguientes años debido a que la generación actual es plenamente digital. Pero hay un problema, los términos de servicio no informan acerca de cómo procesar y tratar estos datos.
Incluso el panorama se está poniendo peor ya que las nuevas redes sociales como Instagram o Tik Tok vienen a exponer más todavía la vida privada de los poseedores de una cuenta. También este aumento de recopilación de información se está dando, no por redes sociales si no por aplicaciones de teletrabajo. Por ejemplo, Zoom, Skype o Microsoft Teams está generando una gran cantidad de datos de todos los usuarios que deben usarlas por motivos laborales.
En caso de que el usuario muera, revocar las credenciales de acceso a estas aplicaciones será imposible, ya que la empresa no los va a facilitar. Hay muchas posibilidades de que personas no autorizadas o que quieren causar el mail utilicen estas claves para sacar a la luz correos que dañen la reputación del muerto o información confidencial que pueda afectar a terceros o incluso a empresas. Es por eso que es imposible acceder a una cuenta de un finado si no poseemos las claves.
Tras la muerte
Tenemos dos ejemplos claros que han afectado a usuarios que han muerto. En 2012 falleció un adolescente a causa de un atropello por parte de un tren en Berlín. Los padres del menor poseían las claves de acceso a la cuenta del chico. Facebook les denegó el acceso de nadie al enterarse de que el chico había fallecido. Durante 6 años, los padres batallaron judicialmente una solución al caso.
Finalmente, Facebook permitió el acceso a una cuenta conmemorativa y estática de la persona fallecida. Esta cuenta no es funcional y no puede publicar nada. Los mensajes se han borrado y no se pueden enviar de manera privada. Tan solo Facebook permite que los amigos que ya tenía esa persona puedan escribir en el muro. También se señala la fecha de cumpleaños de esas personas y se permite, de igual manera felicitarla, aunque quede en su muro y no pueda ser leído por el interesado en cuestión.
Respecto al tema del acceso a la cuenta cuando el usuario ya ha muerto, cabe la posibilidad de que se pueda utilizar para fines delictivos. En 2016, la cuenta del periodista David Carr fue hackeada por un bot de Sexting que se dedicó a mensajear a sus cientos de seguidores. Esto puede resultar normal, ya que esos ataques están a la orden del día. La salvedad es que su dueño llevaba muerto un año ya.
Otros casos de este estilo han sucedido con un mensaje muy comprometedor que la bloguera Esther Earl emitió en la red del pajarillo poco después de morir. Esta chica, de 16 años, había utilizado una aplicación para programar tweets que los lanzaba automáticamente. Este Tweet fue lanzado sin que a la bloguera le diera tiempo a cancelarlo, la muerte por cáncer le llegó antes.
Una posible solución
Hay una solución que se ha dado y que puede ser viable. Se puede realizarun testamento digital para el tratamiento de los datos y las claves una vez que se ha fallecido. Aunque es una idea que todavía está en su estado embrionario, cada vez está tomando más fuerza.
Pero para que este testamento digital tenga validez, es necesario hacer leyes que lo contemplen. Es necesario legislar sobre todos los sujetos posibles para que no pueda haber ningún fleco suelto.