Los mecanismos temporales aplicados en los países de la zona euro para la reducción o suspensión del empleo, semejantes a los ERTE de España, han permitido hasta ahora limitar el impacto adverso sobre la ocupación y el desempleo de la pandemia y de las medidas de confinamiento, aunque el Banco Central Europeo (BCE) teme que en el futuro dicho efecto negativo se incrementará y podría alcanzar su máxima intensidad en 2021.
«De cara al futuro, los efectos de la pandemia en los mercados laborales de la zona del euro podrían aumentar aún más», admitieron los miembros del consejo de Gobierno del BCE durante su última reunión de política monetaria, celebrada entre los días 15 y 16 de julio, en la que los banqueros centrales apuntaron que era de esperar que el impacto adverso en los mercados laborales se produjese «más tarde» y esto podría retrasar hasta 2021 el pico de la tasa de paro consecuencia de la pandemia, en lugar de en 2020.
El temor a perder el empleo lastra el consumo por el «ahorro preventivo» de los hogares
En las discusiones mantenidas en la reunión, según consta en la reseña de la misma publicada por el BCE este jueves, los miembros del Consejo de Gobierno, advirtiendo de que los indicadores de alta frecuencia relativos a ofertas de trabajo y tasas de contratación, apuntan a un impacto más severo de la pandemia de Covid-19 en el mercado laboral de la zona del euro.
En este sentido, el órgano rector de la política monetaria de la eurozona resaltó que las expectativas negativas sobre la evolución del empleo en los próximos meses, que apuntan a caídas reales de la ocupación y los ingresos, pesan sobre el gasto de los consumidores de la eurozona y estimulan el «ahorro preventivo» de los hogares.
Asimismo, este riesgo de un incremento persistente de la tasa de desempleo en la zona euro, así como la incertidumbre sobre su duración, representa un riesgo para las empresas de la zona euro, que podrían enfrentarse a problemas de solvencia.
A pesar de la preocupación respecto de la evolución del mercado laboral en los próximos meses, los banqueros centrales de la zona euro reconocieron ampliamente que los últimos datos macroeconómicos eran más positivos, destacando que en algunos casos la mejora «ha sido más fuerte de lo esperado anteriormente».
En cualquier caso, advirtiendo de que, ya que la pandemia afectaba a las economías de forma secuencial y en diferentes grados, esto implicó recuperaciones desiguales y, a nivel global, una mayor dependencia de la demanda doméstica en lugar de la demanda externa para apoyar la recuperación, así como de las cadenas de valor nacionales en comparación con las mundiales.
INVERSORES DEMASIADO OPTIMISTAS.
Por otro lado, los miembros del Consejo de Gobierno del BCE destacaron el optimismo registrado en los mercados financieros, que «había ido de la mano» del aumento de los casos de coronavirus en Estados Unidos y en muchas economías de mercados emergentes, lo que generó temores de una recaída más amplia para contener la propagación del virus.
«Esta divergencia entre la evolución de la pandemia y la evolución de los mercados financieros, junto con la alta incertidumbre sobre la forma y el ritmo definitivos de la recuperación económica y el resurgimiento de las tensiones comerciales mundiales, plantearon interrogantes sobre la solidez y resistencia del sentimiento actual de los inversores», apuntaron.