Las emisiones globales de metano han alcanzado los niveles más altos registrados debido principalmente a la minería del carbón, la producción de petróleo y gas natural, la cría de ganado vacuno y ovino y los vertederos.
Así se recoge en dos estudios publicados este miércoles en las revistas ‘Earth System Science Data’ y ‘Environmental Research Letters’, y realizados por investigadores del Global Carbon Project, dirigido por Rob Jackson, científico de la Universidad Stanford (Estados Unidos).
Los investigadores indican que los niveles de metano siguieron caminos entre 2000 y 2017 que podrían conducir a entre 3ºC y 4ºC más de calentamiento global antes de que acabe este siglo, en comparación con la era preindustrial. Los científicos señalan que ese umbral de temperatura traerá más desastres naturales, como incendios forestales, sequías e inundaciones, y perturbaciones sociales, como hambrunas y migraciones masivas.
La atmósfera de la Tierra absorbió casi 600 millones de toneladas de metano en 2017, último año con datos globales de ese gas incoloro e inodoro, que es 28 veces más potente que el dióxido de carbono (CO2) para atrapar el calor en un lapso de 100 años.
Más de la mitad de todas las emisiones de metano provienen ahora de actividades humanas. Y han aumentado un 9% (o 50 millones de toneladas por año) desde principios de la década de 2000, cuando las concentraciones atmosféricas de metano eran relativamente estables.
En términos de potencial de calentamiento, agregar esta cantidad adicional de metano a la atmósfera desde 2000 equivale a poner 350 millones de automóviles más en las carreteras del mundo o duplicar las emisiones totales de Alemania o Francia.
COMBUSTIBLES FÓSILES Y VACAS
Los combustibles fósiles y las vacas impulsan el ascenso global del metano. «Las emisiones del ganado y otros rumiantes son casi tan grandes como las de la industria de combustibles fósiles», apunta Jackson.
Entre 2000 y 2017, la agricultura representó aproximadamente dos tercios de todas las emisiones de metano relacionadas con actividades humanas y los combustibles fósiles contribuyeron la mayor parte del tercio restante.
Sin embargo, esas dos fuentes han contribuido en una medida más o menos igual a los aumentos observados desde principios de la década de 2000. La agricultura aportó 227 millones de toneladas de metano en 2017, casi un 11% que la media entre 2000 y 2006. Y la producción y el uso de combustibles fósiles contribuyó con 108 millones de toneladas en 2017, casi un 15% más.
En medio de la pandemia de coronavirus, las emisiones de carbono se desplomaron al detenerse la fabricación y el transporte. «No hay posibilidad de que las emisiones de metano disminuyan tanto como las emisiones de dióxido de carbono debido al virus», recalca Jackson, quien añade: «Todavía estamos calentando nuestras casas y edificios, y la agricultura sigue creciendo».
REGIONES
Las emisiones de metano aumentaron más en África y Oriente Medio, China y el sur de Asia y Oceanía, que incluye Australia y muchas islas del Pacífico. Cada una de estas tres regiones incrementó las emisioens entre 10 y 15 millones de toneladas anuales entre 2000 y 2017. Por detrás está Estados Unidos, con 4,5 millones de toneladas más, sobre todo por una mayor perforación distribución y consumo de gas natural.
Europa destaca como única región donde las emisiones de metano han disminuido en las últimas dos décadas, en parte al reducir la fabricación de productos químicos y aumentar los cultivos eficientes. «Las políticas y una mejor gestión han reducido las emisiones de vertederos, estiércol y otras fuentes en Europa. La gente también come menos carne de vacuno y más pollo y pescado», recalca Marielle Saunois, de la Universidad de Versalles Saint-Quentin (Francia) y autora principal del artículo en ‘Earth System Science Data.
Por el contrario, las regiones tropicales y templadas han experimentado el mayor crecimiento. Los sistemas boreales y polares han desempeñado un papel menor. A pesar de los temores de que el deshielo del Ártico puede desbloquear una explosión de metano al descongelar el permafrost, los investigadores no encontraron evidencia de un aumento de las emisiones árticas de ese gas, al menos hasta 2017.
Las emisiones impulsadas por el hombre son, en muchos sentidos, más fáciles de precisar que las de fuentes naturales. «Tenemos un momento sorprendentemente difícil para identificar dónde se emite metano en los trópicos y en otros lugares debido a los cambios diarios a estacionales en la forma en que los suelos están inundados», subraya Jackson.
Según Jackson y sus colegas, reducir las emisiones de metano requerirá bajar el uso de combustibles fósiles y controlar las emisiones de fugas de tuberías y pozos, así como cambios en la forma en que se alimenta el ganado, se cultiva arroz y comen las personas. «Necesitaremos comer menos carne y reducir las emisiones asociadas con el cultivo de ganado y arroz, y reemplazar el petróleo y el gas natural en nuestros automóviles y hogares», apostilla.
(SERVIMEDIA)