Los llamamientos realizados desde la Consejería de Cultura y Patrimonio del Cabildo de La Palma para que las personas que tengan en sus domicilios materiales relacionados con el pasado aborigen de La Palma entregaran estos vestigios al Museo Arqueológico Benahoarita siguen dando fruto.
Así, el pasado 5 de junio, Santiago Feo Cabrera hizo entrega de más de un centenar de fragmentos de cerámica, que fueron recogidos por su padre hace unos 13 años. De hecho, fue el progenitor de Santiago Feo Arrocha quien descubrió el yacimiento, que tras la realización de una inspección superficial por parte del arqueólogo y director del MAB, Jorge Pais, reviste un gran interés.
Tanto la consejera de Cultura y Patrimonio del Cabildo de La Palma, Jovita Monterrey, como el director del Arqueológico agradecen este gesto de Santiago Feo, que contribuye a incrementar el patrimonio benahoarita y el conocimiento sobre el pasado prehistórico insular. Asimismo, animan a que este gesto de Santiago Feo sirva de ejemplo para quien conserva restos benahoritas en sus casas.
Esta nueva entrega consta de un total de 123 fragmentos de cerámica que, por antigüedad, corresponden a: 13 fragmentos sin decoración; 4 fragmentos de la Fase II, de los cuales varios son bordes; 6 fragmentos de la Fase IIIa, de los que el de mayor tamaño, es un borde de un pequeño cuenco; 1 fragmento del borde de una vasija de la Fase IIIb; 23 fragmentos de la Fase IIId, de los cuales tres pertenecen a bordes de vasijas; 66 fragmentos de la Fase IVa, de los que 12 corresponden con bordes de vasijas y 10 fragmentos de la Fase IVb, de los que tres pertenecen a bordes de vasijas. Si añadimos los 87 fragmentos de cerámica entregados en julio de 2019 de forma anónima, suman 210 piezas de todas las fases cerámicas conocidas en el pasado benahoarita.
En lo que se refiere al yacimiento, Jorge Pais destaca que se trata de una cueva natural, en forma de tubo volcánico, de más de 10 metros de profundidad y 6 metros de anchura en la entrada, si bien su altura oscila entre 50 y 100 centímetros, de tal forma que sería inhabitable porque, además, es una auténtica destiladera de agua. “De hecho, en la boca de la cueva se han construidos varios depósitos para recoger el agua que servía de bebedero a ganado mayor y prosperan unas enormes matas de ñames. A todo ello hemos de añadir la presencia de cazoletas y canalillos, muchas de las cuales son indígenas, para canalizar el agua hacia los depósitos”, añade Pais.
Según Jorge Pais, es interesante reseñar que solo han aparecido fragmentos de cerámica, sin rastros de que fuese habitada de forma temporal o permanente. “Los fragmentos de cerámica descubiertos, por tanto, estarían relacionados con la recogida y aprovechamiento del agua para consumo humano. Y, muy probablemente, este yacimiento también tendría un valor mágico-religioso relacionado con ritos de fertilidad y fecundidad a lo largo de 1.500 años”, concluye.